martes, 29 de agosto de 2023

De todos los días de tu vida hay uno que siempre será el más importante, a ese día lo llamamos hoy

 


El ser humano, incluyendo a los elegidos, vive en una realidad temporal, temporal no en el sentido de que no es permanente, sino que está sujeta a lo que conocemos como el tiempo. Esa realidad, que podemos llamar “hoy”, se enturbia cuando es avasallada por el pasado, que no podemos cambiar, o por el futuro, el cual no ha llegado.

 

Sobre lo anterior, hay una máxima popular que señala que la depresión es un “exceso” de pasado mientras que la ansiedad es un “exceso” de futuro. La Escritura confirma esto.

 

Lucas nos narra una escena, que señala “Y dijo [Jesús] a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.

 

Ese “ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” tiene que ver con el pasado. De manera natural no se puede avanzar hacia adelante volteando para atrás, de manera espiritual también. Esto aplica a no voltear, espiritualmente hablando, extrañando la vida que hemos dejado, pero de igual forma implica no estar rumiando lo tropiezos, las caídas que en nuestro andar por el Camino experimentemos.

 

Mateo narra otra escena en la cual señala “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

 

Ese “así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán”, tiene que ver con el futuro. De manera natural no podemos adelantar lo que con el tiempo debe llegar, de manera espiritual también. Esto aplica a no estar ansiosos, espiritualmente hablando, por lo que nos depara sabiendo que estamos en las manos de Dios y que todo lo que llegue a nuestra vida será para bien.

 

La temporalidad actual en la que vivimos nos constriñe a eso que llamamos “ahora”, dado que el pasado no lo podemos cambiar y el futuro no ha llegado no tiene caso deprimirnos por el primero y mostrarnos ansiosos por el segundo, es así como de todos los días de tu vida hay uno que siempre será el más importante, a ese día lo llamamos hoy.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

Lucas 9:59-62; Mateo 6:25-34


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