martes, 29 de marzo de 2022

Quien no se arriesga por no perder, lo único que asegura es no ganar

 


La función de rey como parte de quienes han sido llamados a salvación en el presente siglo, tiene una connotación principalmente profética. Más sin embargo los desempeños inherentes a la función real, tienen verificativo inicial en el presente siglo en la vida de los creyentes: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.  Más entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,  y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;  como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

 

Esta función real implica que en el presente siglo, los llamados a salvación, deben poner a trabajar los talentos con los que han sido dotados, ya que quien hace así será reconocido, mientras que quien no produce será condenado tal como lo establece la parábola de los talentos la cual a su vez puede enlazarse con la parábola de las minas ya que, quienes en este siglo trabajen con aquello que se les dotó buscando primero el Reino de Dios y su Justicia, serán recompensados en el siglo venidero, bajo el reinado de Cristo, de dominio sobre ciudades.

 

De esta forma, como puede verse, los cristianos, a imagen de su Señor, incorporan en su persona las tres funciones de profeta, sacerdote y rey, con todo y todo la pregunta sería ¿cuál de estas tres funciones tiene preponderancia  en el siglo actual?, la Escritura responde “bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda no tiene poder sobre éstos sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con El por mil años” , como puede verse, si bien en el presente siglo las tres funciones de profeta, sacerdote y rey están siendo desempeñadas por los cristianos, la realización plena de las dos últimas está condicionada a ser considerados para participar en la primer resurrección, luego entonces la función que en la actualidad tienen mayor preponderancia es precisamente la de profeta.

 

Si bien la cita anterior permite llegar a esta conclusión, este razonamiento no es del todo necesario ya que leyendo las citas referidas a las funciones que como profeta, sacerdote y rey debe desempeñar un cristiano, puede evidenciarse que el llamado preponderante para este siglo, que no el  único, es precisamente el ser profeta.

 

Entender esto no es cosa menor ya que implica el comprender, aceptar y ejercer los desempeños aunados con la función de profeta proclamando el Evangelio, siendo de esta forma luz del mundo,  y dando testimonio a las naciones de la verdad del Padre.

 

Así, el Reino de Dios tendrá sus ciudadanos, los santos resucitados, aquellos llamados y elegidos que halan sido encontrados fieles y que con Cristo sean reyes y sacerdotes, así que ya lo sabes, quien no se arriesga por no perder, lo único que asegura es no ganar.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 


Referencias:

Revelación 1:5-6; 5:10; 20:6; Isaías 2:3; Miqueas 4:2; Mateo 20:25-28; 1 Corintios 6:1-4; Mateo 25:14-30; Lucas 19:11-27


martes, 22 de marzo de 2022

Paradójicamente el tiempo, aunque infinito, nos es escaso, ¡aprovéchalo!

 


¿Te has dado cuenta de la paradoja que implica que aunque el tiempo sea infinito en breve se nos acaba terminando? Esa paradoja se entiende cuando se comprende que si bien el tiempo es infinito nosotros no lo somos.

 

Esa visión de nuestra propia mortalidad es la que puede darnos la sobriedad necesaria para avanzar en el Camino. David de manera inspirada en su momento dejó consignado “hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy.  He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive”. De esta manera David, como nosotros deberíamos pedirlo, suplica a Dios le haga ver la cortedad de sus días para enfocarse en ellos en lo que realmente es trascendente.

 

El mundo generalmente no piensa en el fin de sus días. Cada uno vive su vida como si esta no se fuera a acabar y cuando la conclusión de su vida es casi inevitable es cuando caen en la cuenta de lo corto que es la existencia.

 

El elegido no debe vivir como si su vida nunca fuera a acabar sino al contrario, teniendo muy en claro que ésta terminará, aplicarse en crecer en el conocimiento de Dios y su Hijo y en poner por obra esa fe que se dice profesar.

 

Sobre la conclusión de nuestros días la Palabra claramente señala “cuando el árbol cae, no importa de qué lado caiga; donde cae, allí se queda”, el símil obtenido de la naturaleza aplica para el hombre, de hecho la imagen en esa cita del árbol es un simbolismo que apunta a ello, y como se señala, donde cae el árbol, donde cae la persona al morir, ahí se queda.

 

En su momento David de manera inspirada escribió “porque no hay en la muerte memoria de ti; en el Seol, ¿quién te dará gracias?”. De esta forma es más que claro que una vez concluido el tiempo que se nos ha asignado ya no hay nada que podamos hacer, bajo esa perspectiva ¿desperdiciaremos la oportunidad que ahora, todavía vivos, tenemos?

 

Pablo entendiendo esto les escribe de manera inspirada a los de Éfeso señalando “mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,  aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.  No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.

 

El elegido sabe que no tiene todo el tiempo del mundo para avanzar hacia las promesas que se nos han dado, sino que solo tiene el tiempo que se le ha asignado por lo cual aprovecha cada momento que tiene para crecer  en el conocimiento de Dios y su Hijo y para poner por obra esa fe que se dice profesar, así que ya lo sabes, paradójicamente el tiempo, aunque infinito, nos es escaso, ¡aprovéchalo!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Referencias:

Salmos 39:4-5; Eclesiastés 9:10; Colosenses 1:10; 2 Pedro 3:18; Santiago 1:22; Mateo 7:24-27; Eclesiastés 11:4; Salmos 90:12; Efesios 5:15-20; Colosenses 4:5


martes, 15 de marzo de 2022

En la vida, las metas deben estar pensadas en función de uno mismo, y no al revés



Los elegidos hemos recibido un sinfín de promesas de parte del Padre: ser reyes y sacerdotes con Cristo en el reino venidero, alcanzar la perfección y la santidad, logar la vida eterna, y llegar a ser parte de la familia divina como hijos de Dios, pero todas estas promesas no deben ser vistas como un mero intercambio comercial donde Dios nos da algo que hemos obtenido por nuestro esfuerzo sino como regalos inmerecidos obtenidos por medio del sacrificio redentor de Jesús.

 

De igual forma esas metas, si bien nos ayudan a avanzar en el Camino por la esperanza que las mismas ponen en nuestro corazón, deben ser algo secundario que nos motive a avanzar, no lo primario pues entonces buscaríamos a Dios solo por lo que Él nos puede dar, sino como adicional al conocer la verdad que de Dios deviene, lo cual debe ser lo principal en nuestra vida.

 

Cuando llegamos al conocimiento de Dios y su Hijo eso mismo, y por sí solo, nos debe de convencer de vivir conforme a su voluntad, después de todo solo la verdad divina es realidad siendo todo lo demás es mentira así que de esta forma ¿quién quisiera vivir en la mentira, en lo irreal, en lo no existente?

 

Dios mismo, al llamarnos a salvación, nos está compartiendo no solo lo que podríamos llamar verdad a través de su Palabra, tanto escrita como hecha carne, sino que Él mismo, siendo esa verdad, se nos está compartiendo para que viviendo en ella, viviendo en Él, tengamos acceso a lo que es real, a lo único que es existente.

 

De nuevo: Las promesas recibidas nos son de extrema utilidad por la motivación que las mismas imprimen a nuestra vida, pero el fundamento sobre el que tenemos que construir es la verdad proclamada por Dios y su Hijo, de hecho Jesús mismo indicó esto extendiendo esta verdad no solo a nuestro tiempo sino incluso a la vida eterna cuando declaró “y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”, de esta forma incluso la vida eterna se convierte en un medio cuyo fin es avanzar en el conocimiento de Dios y su Hijo.

 

Es así como el avanzar en ese conocimiento debe ser prioridad en la vida del elegido, siendo que de esta forma la exigencia de uno se centra en día con día aprender, comprender más, pero también en aplicar más ese conocimiento, esa comprensión.

 

En el andar por el Camino las promesas son importantes por la motivación que las mismas nos dan, pero teniendo la mirada en Aquel que nos ha llamado a salvación uno debe constantemente estarse exigiendo crecer en el conocimiento de Dios y su Hijo y en poner por obra esa fe que se dice profesar, después de todo en la vida, las metas deben estar pensadas en función de uno mismo, y no al revés.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Referencias:

Revelación 5:10; Éxodo 19:6; 1 Pedro 1:16; Levítico 19:2; Mateo 5:48; Deuteronomio 18:13; Romanos 6:23; Mateo 25:46; Juan 1:12; Romanos 8:16; Colosenses 1:10; 2 Pedro 3:18; Juan 17:17; 2 Samuel 7:28; Mateo 7:24-27; Proverbios 10:8; Juan 17:3; Santiago 1:22; Romanos 2:13 

martes, 8 de marzo de 2022

No pierdas mucho tiempo diciendo lo que harás, mejor hazlo y deja que tus acciones hable por ti

 


La vida cristiana se fundamenta, sí: en el sacrificio redentor de nuestro Señor Jesús, pero de igual forma, y como consecuencia de esto, en cumplir con la voluntad del Padre.

 

El elegido sabe que es salvo por gracia, no por obras, como escribe Pablo a los de Éfeso “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”, pero al mismo tiempo sabe que la respuesta al llamado del Padre para venir a salvación en el presente siglo implica poner por obra esa fe que se dice profesar.

 

Respecto de esta simbiosis fe y obras, nuestro Señor lo dejó muy claro cuando señaló “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”.

 

Y todavía más enfático fue al señalar “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: más el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros?  Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad”. Por cierto, la última palabra de esta cita, maldad, se ha traducido del griego ἀνομίαν, anomian, que literalmente significa “sin ley”, por lo que hacer la voluntad de Dios pasa por cumplir Su Ley, los Diez Mandamientos, mientras que los hacedores de maldad son quienes no la cumplen, lo cual queda claro cuando Pablo, escribiendo a los de Roma, les dice “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los que cumplen la ley, ésos serán justificados”.

 

Ahora bien, no solo se trata de hablar, decir, y proclamar, sino de actuar en consecuencia con ello. Pablo escribiendo a los de Roma les deja muy claro este punto cuando les dice “tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros”

 

Sobre esto mismo, Jacobo, el medio hermano de Jesús, escribe en su carta diciendo “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”.

 

De esta forma no solo se trata de ir por todo el mundo proclamando el Evangelio, lo cual es parte medular de lo que se conoce como la Gran Comisión, sino que también se requiere que en concordancia con eso se ponga por obra la fe que se dice profesar, así que ya lo sabes, no pierdas mucho tiempo diciendo lo que harás, mejor hazlo y deja que tus acciones hable por ti.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Referencias:

Efesios 2:8-9; Romanos 3:24; Mateo 7:24-27; Lucas 6:46-49; Romanos 2:13; Juan 13:17; Romanos 2:21-24; Lucas 12:41-48; Santiago 1:22-27; 1 Juan 2:3; Mateo 28:19; Marcos 16:15


martes, 1 de marzo de 2022

Las grandes conquistas de la vida están reservadas para los espíritus temerarios

 


Cuando uno analiza la vida de aquellas personas que el mundo considera ejemplo de esfuerzo, tenacidad y logro puede darse cuenta que los mismos perfilan un espíritu temerario que avanza incluso cuando tiene todo en contra. Si así es desde el punto de vista material ¡cuánto y más debería ser desde el punto de vista espiritual!

 

Pablo en su segunda carta a Timoteo le dice “porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios”.

 

Ese espíritu de poder, de amor y de dominio propio que menciona Pablo es lo que podríamos denominar un espíritu temerario, con todo y todo hay que acotar que dicho término, en el contexto aquí utilizado, apunta a un espíritu arriesgado, atrevido, osado, audaz, no a un espíritu imprudente, irreflexivo, aventurado.

 

Esto porque el elegido sigue la recomendación de Jesús cuando dijo “porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil?  Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz”.

 

De esta forma, una vez que elegido ha calculado los costos de seguir a Jesús, se lanza en pos de las promesas que han sido dadas sin perder la vista de ello, pues como dijo nuestro Señor Jesús en su momento “ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.

 

De esta forma, aquel espíritu temerario sabe que aunque pareciera tener todo en contra, como dice la Palabra, “si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”, siendo que esa comprensión anima a no desistir en el andar por el Camino pues como nuestro Señor Jesús dijo por medio de Juan en el último libro de la Escritura “sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.

 

Las promesas que hemos recibido exceden con mucho cualquier cosa que podamos padecer, como dice Pablo escribiendo a los de Roma “pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”, de igual forma dichas promesa superar con mucho cualquier cosa que nos podamos imaginar, como dice Pablo en su primer carta escribiendo a los de Corinto “como está escrito: Lo que ojo no vio, ni oreja oyó, ni ha subido en corazón de hombre, es lo que Dios ha preparado para aquellos que le aman”, pero para alcanzar esas promesas necesitamos ese espíritu arriesgado, atrevido, osado, audaz, después de todo las grandes conquistas de la vida están reservadas para los espíritus temerarios.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Referencias:

2 Timoteo 1:7-8; Romanos 8:15; Lucas 14:28-33; Mateo 20:22-23; Lucas 9:62; Filipenses 3:13; Romanos 8:31; Salmos 118:6; Revelación 2:10; 1 Corintios 9:25; Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17; 1 Corintios 2:9; Salmos 31:19