Todos conocemos aquella máxima de nuestro
Señor cuando en su momento dijo a los suyos, y en su figura a todos los
seguidores de todos los tiempos “más buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, esto no quiere decir dejar
una cosa por otra, o al revés, sino priorizar.
Esto queda claro en aquella parábola,
conocida como la del sembrador, donde nuestro Señor, hablando de la Palabra en
la figura de las semillas, ejemplifica con eso de que algunas semillas cayeron
entre espinos, diciendo “la semilla que cayó entre espinos representa a los que
escuchan, pero poco a poco se dejan ahogar por las preocupaciones, las riquezas
y los placeres de la vida, de modo que no llegan a dar fruto”.
Pablo, hablando sobre este correcto orden de
prioridades, en su momento señalo en su primera carta a los de Corinto “¿no
sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno
solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que
lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona
corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera
corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el
aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que,
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
Todo esto puede resumirse en aquel velad y
orad dicho por nuestro Señor aclarando “porque no sabéis cuándo vendrá el señor
de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la
mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo”.
¿Y qué sería ese hallarnos durmiendo al regreso
de nuestro Señor? “Más si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en
venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y
embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la
hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles”.
Caso contrario, ¿qué sería ese hallarnos
velando al regreso de nuestro Señor?, la parábola de los talentos nos da luz: “Porque
el reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus
siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a
otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que
había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco
talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos […] Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos
siervos, y arregló cuentas con ello Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco
talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado
otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel;
sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos
me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor
le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor”.
El elegido sabe que viviendo en el mundo
tiene necesidades físicas que suplir, pero también tiene el entendimiento de
que, siendo esto temporal la visión de su actuar debe estar puesto en las
promesas eternas, por lo que, en el correcto orden de precedencia, su vista
está en las promesas eternas que le han sido dadas, así que ya lo sabes: No descuides
lo que vale. Prioriza, decide y avanza. ¡Pero no desistas!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo
6:33; Marcos 10:29-30; Lucas 8:14; Hebreos 6:1; 1 Corintios 9:24-27; Filipenses
3:12-14; Marcos 13:35-37; Mateo 25: 14-16, 19-23; Ezequiel
12:22-28; Lucas 12:45-46; Mateo 24:48-50
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