Sin duda alguna que la lucha del elegido es
contra el Enemigo, el Mundo y la Carne, espiritualmente hablando, Pablo, sobre
esto, escribiendo a los de Éfeso les dice “porque no tenemos lucha contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes”.
Con todo y todo, es más que evidente que dada
nuestra actual condición débil, torpe, rebelde y cobarde, nuestro andar por el
Camino no estará exento de tropiezos, de caídas, Juan en su primera carta sobre
esto señala “hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si
alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.
El hecho de comenzar Juan esa cita con ese “hijitos míos” es un indicativo que
se dirige a la iglesia, no a los paganos, de esta forma queda claro que los
elegidos pueden –como posibilidad, no como permiso- tropezar, caer.
Los dos puntos anteriores crean un conflicto
en todo aquel que, respondiendo al llamado del Padre ha venido a salvación al
presente siglo: Por una parte, el indicativo a vivir en santidad, por otra la
realidad de la propia carnalidad que nos lleva a tropezar, a caer.
Esto último puede ser desmoralizador para el
elegido, en el mejor de los casos, sino es que incluso hasta devastador, en el
peor de los casos, llevándolo a dejar su andar por el Camino.
Con todo y todo, y sin pretender hacer una
apología del pecado, teniendo en cuenta la realidad anterior, es bueno ver eso
a la luz de la Palabra ya que, como ella misma lo indica, incluso de lo malo
Dios puede sacar no solo algo bueno sino incluso algo excelente.
Si hay una constante en la Escritura es
precisamente la referida a la debilidad, la torpeza, la rebeldía y la cobardía
de los seres humanos, con todo y todo ¿se ha trastocado el plan de Dios para
con la humanidad?, es claro que no, luego entonces incluso, o más bien: a pesar
de ello, Dios cumple sus propósitos, como lo señala Isaías en su libro: “Porque
como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que
riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y
pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí
vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la
envié”.
Déjame te pregunto algo, ¿a quién pondrías tú
al frente de tu congregación, al frente de tu iglesia?, supongo a aquel que
viva de manera ejemplar en cuanto al llamamiento, ¿verdad?, y ¿al frente del
pueblo de Dios?, más aún: A alguien que viviera perfecta y santamente,
¿verdad?, pero, ¿sabías que un adúltero, un homicida, un mentiroso será quien
esté al frente de Israel en el reino venidero?, Ezequiel, sobre esto, en
profecía dice: “Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un
solo pastor; andarán en mis ordenanzas y guardarán mis estatutos y los cumplirá”.
Todos conocemos la historia de David, sabemos
del adulterio, del homicidio y de las mentiras en que incurrió ¡después de
haber sido ungido con el Espíritu de Dios!, pero también sabemos de la
restauración que Dios hizo en Él cuando, reconociendo sus faltas, le permitió lo
restaurara. Viendo al pueblo histórico de Israel, adúltero, homicida y
mentiroso –tan así que Dios les castigó-, ¿qué mejor para liderarlos que
alguien que comprende esa debilidad pero que al mismo tiempo ha sido restaurado
por Dios?
De nuevo: Esto no es una apología del pecado.
El pecado es algo con lo que constantemente peleamos como parte de nuestro
llamamiento, pero ante la realidad de los tropiezos y caídas, debe quedarnos
claro que incluso de ello Dios sacará algo excelente para replicar su carácter
en nosotros y que es esa humildad que surge de la empatía hacia los demás al
haber padecido lo mismo que ellos padecen, así que ya lo sabes, perder el
camino no es tan malo, además que siempre puedes retomarlo, te permite ver
paisajes que no conocías.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Efesios
6:12; 1 Corintios 15:50; 1 Juan 2:1; Romanos 8:34: Isaías 55:10-11; Jeremías
23:20; Ezequiel 37:24; Jeremías 30:9
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