“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a
levantarse…”, esta frase de Salomón es contundente contra aquellos que señalan
que una vez venidos a salvación uno está exento de pecar, más aún, Juan en su
primera carta señala “hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis;
y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el
justo”, ese “hijitos míos” es prueba clara de que dicho exhorto iba dirigido a
la iglesia de Dios y, muy claramente, muestra
que para el elegido existe la posibilidad de caer, tropezar, vamos: pecar.
Más, sin embargo, de igual forma, ahí se
señala el actuar que el elegido debe tener: “Y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Esta parte nos lleva
a la primera cita vista, la dicha por Salomón: “Porque siete veces cae el
justo, y vuelve a levantarse…”, ya que ese levantarse es la restauración que
Dios hace en uno cuando, arrepentido, pide perdón al Padre volviéndose a
levantar para seguir el andar por el Camino a las promesas que se han dado.
Job en su momento se creía justo, de hecho,
ese era su argumento: que no había hecho mal alguno y que aun así Dios le
castigaba, pero una vez que pasa por todo lo que pasó, cuando Dios lo
confronta, ¿cuál es la actitud de Job? “De oídas te había oído; mas ahora mis
ojos te ven”. De igual forma David, después de su caída, arrepentido ante Dios
ruega “pequé contra Jehová”, y ¿cuál es la respuesta de Dios dada por medio del
profeta Natán?, “también Jehová ha remitido tu pecado; no morirás”.
En ambos casos la situación a la que se había
llegado era, como decimos, insostenible, pero la consecuencia del
arrepentimiento conduce a una restauración que supera el primer estado,
reconociendo que somos templo del Espíritu Santo, lo dicho por Hageo, en
consonancia con esto, puede ser aplicado de igual forma de manera espiritual: “La
gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los
ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos”.
Si nuestro destino estuviera en función de la
perfección y santidad que en el presente siglo podemos alcanzar, dicha
expectativa no fuera para nada halagüeña, pero Dios hace su obra en nosotros,
no porque lo merezcamos, lo cual no es así, sino porque nos ama, obvio, siempre
y cuando se lo permitamos, como en su momento lo dijo por medio del profeta
Ezequiel: “…No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi
santo nombre…”.
El elegido sabe que en este andar por el
Camino a las promesas que se nos han dado habrá tropiezos, caídas, vamos:
pecados, pero que el éxito de este andar no estriba en ello sino en que,
arrepentidos, vengamos ante Dios para buscar restauración logrando que el
estado postrer sea mayor que el primero, después de todo una derrota que no te
derrote bien puede ser vista como otra forma de éxito.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Proverbios
24:16; Salmos 37:24; Job 42:5; Miqueas 7:8; 2 Samuel 12:13; Proverbios 28:13; Hageo
2:9; Job 8:7; Ezequiel 36:22; Deuteronomio 7:7
No hay comentarios:
Publicar un comentario