martes, 1 de septiembre de 2020

Un buen líder sabe que el logro de sus metas está en función de que sus seguidores logren las de ellos

 


Si bien la respuesta al llamamiento y la obtención de las promesas dadas es  individual, no por ello eso quiere decir que la vida cristiana sea egoístamente en soledad. En muchas partes de las Escritura se insta a los fieles, a los miembros del Cuerpo de Cristo, a apoyarse mutuamente, incluso a sobrellevar unos las flaquezas de otros, en otras palabras, a demostrar un liderazgo fraternal los unos con los otros.

 

Esto es principalmente preponderante quienes en la iglesia de Dios tiene algún tipo de liderazgo, ahora bien, este liderazgo no se refiere exclusivamente a las autoridades establecidas en la grey sino a todo aquel que de alguna manera sirva de ejemplo, de instrucción, de corrección, de edificación a los demás.

 

Sobre los primeros, a saber: las autoridades establecidas en la congregación, la Escritura es muy clara cuando señala que “puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” . Estos tiene una gran responsabilidad sobre la grey pues, como les escribe Pedro en su primer carta, el deber de estos es “apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;  no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”.

 

Pero esto no exime al resto de los miembros del Cuerpo de Cristo en la edificación mutua que se deben pues, como escribe Pablo en su primer carta a los de Corinto, “pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.  Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;  a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.  A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.  Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”.

 

Esta responsabilidad que tenemos unos para con otros en la iglesia de Dios nos fue señalada por nuestro Señor cuando señaló “por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.  Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.  Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”, de igual forma Pablo confirma esto al escribir a los de Galacia diciendo “hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”.

 

“¿Y cuál es la meta de todo esto?” —podrá alguien preguntar, la respuesta es “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, en tanto no se cumpla esto aún hay trabajo por hacer referido a ese liderazgo fraternal que nos debemos los unos con los otros, después de todo un buen líder sabe que el logro de sus metas está en función de que sus seguidores logren las de ellos.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx



Referencias:

Job 34:11; Mateo 16:27; 1 Tesalonicenses 5:11; Hebreos 3:13; Gálatas 6:2; Romanos 15:1; 1 Corintios 12:28; 1 Pedro 5:2-3; 1 Corintios 12:7-11; Mateo 18:15-17; Gálatas 6:1-2; Efesios 4:13


No hay comentarios:

Publicar un comentario