Constantemente
la Escritura nos insta a crecer en el conocimiento de Dios y Su Hijo, de hecho
usando la analogía del alimento líquido y el alimento sólido se nos insta a
pasar de las verdades de salvación a las verdades de comprensión, con todo y
todo el énfasis que ante esto siempre hace la Palabra es a poner por obra
nuestra fe.
¿Te
has dado cuenta como casi para cualquier pregunta que sobre la Escritura se
tenga siempre habrá alguien que de lo mismo tenga una opinión? Eso no está mal,
al contrario, debemos escudriñar las verdades que Dios mismo ha puesto en Su
palabra, como la misma Escritura dice “es gloria de Dios ocultar un asunto, y
honra del rey investigarlo”, pero si lo único que se tiene es información, la
misma, al estar sin fruto, es decir, al no ser puesta por obra, se vuelve
estéril en sí misma.
El
desarrollo armónico del cristiano está en función tanto de la fe como de las
obras, la primera nos permite crecer en ese conocimiento de Dios y Su Hijo
comentado al inicio, lo segundo nos permite ponerla por obra dando frutos en
abundancia de perfección y santidad. Lo primero, la fe, nos es requerida para
saber qué hacer, por qué hacerlo y para qué hacerlo; lo segundo nos es
necesario para la introyección en nosotros mismos y en los demás de aquellas
verdades reveladas a través del hacer.
La
forma de mantener ese equilibrio pasa por que, en cada nueva comprensión que
sobre las verdades divinas se tenga, se haga la pregunta ¿cómo puedo aplicar esto
en mi vida?, créeme: no hay nada de ello que no tenga aplicación práctica en lo
que somos y en lo que hacemos, solo que esa aplicación debe ser descubierta por
nosotros, claro con la ayuda del Espíritu de Dios, si no fuera así la misma
Escritura no nos instaría diciendo “sed hacedores de la palabra y no solamente
oidores que se engañan a sí mismos”, porque la Palabra no se circunscribe sólo
a los mandamientos o el resto de las ordenanzas sino a toda la Escritura.
Ahora
bien, esa comprensión que se va adquiriendo, la cual debe ir aunada a ponerla
por obra, debe empezar por uno mismo, ¿por qué se comenta esto?, porque puede
caer uno en el error, sobre todo de las verdades de comprensión, de pretender
que todos los demás piensen de la misma forma y actúen en consecuencia ante
ello.
Las
verdades de salvación, los principios doctrinales, son de aplicación general,
pero las verdades de comprensión son de aplicación particular, claro que ambas
deben ser compartidas, pero nunca pretender imponer las segundas como si fueran
las primeras pues la manera en que cada quien crece en ese conocimiento de Dios
es particularísima.
Por
último, si esa comprensión que se va adquiriendo no lo hace a uno más humilde,
más sencillo, más empático sino que al contrario lo vuelve orgulloso,
complicado y egoísta, créeme: mejor hubiera sido quedarse sin ese conocimiento
que lo único que genera es hincharnos. Pero no todo está perdido, incluso si así
es, uno puede pedir a Dios trabaje en nuestro corazón para que avanzando en Su
camino seamos cada vez más semejantes a Su Hijo, después de todo es más que
claro, respecto del llamamiento al que hemos respondido, que opiniones sin
acciones son solo buenas intenciones.
Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
2 Pedro 3:18; Colosenses 1:10; 1 Corintios 3:2; Hebreos 5:14; Santiago 4:17; Lucas 12:41-48; Proverbios 25:2; Deuteronomio 29:29; Santiago 1:22; Mateo 7:21-25; 1 Pedro 4:17; 1 Corintios 8:1; Isaías 5:21; 1 Corintios 8:2,4,7,11; Salmos 51:10; 2 Corintios 5:17; Efesios 2:10
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