Generalmente,
sobre todo en el pensamiento del mundo, se tiene la idea de que la vida
cristiana es fácil, que no implica mayor problema, pero la realidad es que esto
es más bien al revés ya que los cristianos no batallamos solamente con lo que
los del mundo batallan sino que adicionalmente nos esforzamos por vivir según
los estándares de Aquel que nos ha llamado a salvación.
Esto
es cansado, frustrante, y en ocasiones a más de uno puede haberle pasado por la
mente el dejar de luchar, el detener su andar. Entendamos algo: somos carne y,
como dijo nuestro Señor, “el espíritu a
la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”, es por ello que es válido,
de hecho es recomendable, en ocasiones descansar de nuestro andar.
En
una ocasión, en el trajín de sus idas y venidas, Jesús les dijo a sus
discípulos “venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco.
Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo
para comer”, de esta forma está más que claro que incluso en nuestro caminar es
recomendable, es necesario en ocasiones descansar.
Pero
ese descansar no debe confundirse con dejar de luchar, dejar de esforzarnos por
alcanzar las promesas que se nos han sido dadas. Mira como presenta ese
claudicar la Escritura: “El perezoso mete la mano en el plato, pero se fatiga
de llevársela a la boca”, ¿te fijas?, espiritualmente en la persona del
perezoso se tiene alguien que si bien tiene hambre espiritual su propia desidia
le impide saciarla.
Pablo,
escribiendo a los de Filipo, los exhorta en su misma persona para que no se
confíen diciendo “no que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús”. ¿Te fijas como dice “por ver si logro asir aquello”?, de esta
forma deja más que claro que mientras andemos por el Camino, en tanto no
lleguemos a las promesas que se nos han sido dadas, no debemos dejar de alcanzar
aquellas so pena de no conseguirlas, como dijo nuestro Señor Jesús: “Entrad por
la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva
a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la
puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Las promesas que se nos han dado no son cosa menor: la salvación, la vida eterna, el llegar ser parte de la familia de Dios, eso excede con mucho cualquier cosa que en este mundo pudiéramos imaginar, pero de igual forma se requiere de nosotros ese esfuerzo por alcanzarlas, descansando, sí, cuando este andar nos fatigue, pero nunca dejando de avanzar en el Camino, después de todo detener tu andar no mantiene la distancia entre tú y tus sueños sino que la incrementa
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo 26:41; Lucas 21:36; Marcos 6:31; Proverbios
19:24; 26:15; Filipenses 3:12; 1 Corintios 9:24; Mateo 7:13-14; Lucas 13:24; 1
Pedro 1:8-9; 2 Corintios 4:18; 1 Pedro 5:10; 2 Corintios 4:17; Efesios 2:19; Filipenses
3:20
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