La vida eterna es algo por igual que se da a
todo que acepta a nuestro Señor como su salvador, esto es representado por
aquel Señor que mandando trabajadores a su finca a diferentes horas del día al
final les dio a todos lo mismo; más sin embargo la gloria de cada quien será
diferente.
Sobre esto Pablo, escribiendo a los de
Corinto, en su primera carta les dice “asimismo, hay cuerpos celestes y cuerpos
terrestres; pero el esplendor de los cuerpos celestes es uno y el de los
cuerpos terrestres es otro. Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna y
otro el de las estrellas. Cada estrella tiene su propio brillo. Así sucederá
también con la resurrección de los muertos”.
Sin duda alguna que es cómodo, muy cómodo,
una vez venido a salvación, ya no esforzarse por crecer en el conocimiento de
Dios y su Hijo y solo cumplir con lo que hay que cumplir, no hay problema, la
salvación no depende de eso, pero la gloria de cada uno sí.
Crecer en el conocimiento de Dios y su Hijo
implica estudiar, orar, meditar, pedir esa sabiduría que hace falta a Dios para
avanzar en el Camino a las promesas que se nos han dado.
Solo que hay una cosa que tener en cuenta:
Conforme más crece uno en el conocimiento de Dios y su Hijo más se nos exigirá:
“A todo el que se le ha dado mucho se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado
mucho se le pedirá aún más”.
Pablo es claro en esto escribiendo a los de
Roma cuando les dice “Porque Dios pagará a cada uno según lo que merezcan sus
obras”, no en cuanto a la salvación, la cual es de gracia, sino en cuanto a la
gloria por el saber y el hacer conseguido.
Pero incluso esto último no será en los
elegidos nunca motivo de vanagloria. Fijémonos en los veinticuatro ancianos de
Revelación, los cuales simbolizan a los dos pueblos de los cuales Jesús hizo
uno pues el doce es símbolo de gobierno –doce príncipes de Israel, doce
apóstoles de la iglesia-, ¿qué hacen ellos?, quienes, por cierto, han sido
coronados de gloria: “Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está
sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan
sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria
y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad
existen y fueron creada”.
Estamos llamados a salvación, sí, pero
también a crecer en el conocimiento de Dios y su Hijo poniendo por obra esa fe
que se dice profesar para, así, en su momento, recibir cada quien la gloria
debida, después de todo la vida es un viaje... ¿prefieres conducir o ser solo
un pasajero?
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo
20:1-25; 1 Corintios 15:40-44; Colosenses 1:10-12; 2 Pedro 3:18; Santiago 1:5; Lucas
12:48; Romanos 2:6-7; Revelación 4:10-11
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