Los elegidos tenemos un sueño, no en su acepción onírica, sino referido a lo que buscamos, a la meta que queremos alcanzar, refiera ésta a las promesas que se nos han dado y las cuales pueden englobarse en cuanto a ser reyes y sacerdotes junto con Jesús en el reino venidero.
Con todo y todo, los problemas, las
vicisitudes y las tribulaciones que enfrentamos en la vida pueden hacer que nos
desanimemos al grado, incluso, de detener nuestro andar por el Camino con el
riesgo de no alcanzar lo prometido.
Pablo, en su primera carta a los de Corinto,
les dice, “así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta
manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo
pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo
venga a ser eliminado”. Como podemos leer, Pablo señala que pudiendo haber sido
heraldo para que otros alcanzasen la salvación, puede correrse el riesgo de uno
no alcanzar lo prometido.
Entendamos que a los únicos que les interesa
que detengamos nuestro andar por el Camino a las promesas que se nos han dado
son al Enemigo, el Mundo o a la Carne. Obvio: Ellos no perderían nada, ya están
perdidos, lo que quieren es que nosotros nos perdamos. Es por eso que nuestro
Señor nos advirtió desde el Principio: “[…] En el mundo tendréis aflicción; pero confiad,
yo he vencido al mundo”.
No por eso Pablo escribiendo a los de Éfeso,
poco después de referenciar lo que se conoce como “La Armadura de Dios”, les
dice “porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.
Y es precisamente esa armadura la que debemos
ceñirnos para no detener nuestro andar por el Camino: La verdad, la justicia,
la proclamación del evangelio de la paz, la fe, la salvación y el Espíritu que
es la palabra de Dios.
En nuestro andar por el Camino hacia las
promesas que se nos han dado podemos experimentar tribulaciones que traigan a
nuestro espíritu desanimo, más sin embargo debemos tener muy en claro que solo
aquellos que perseveren hasta el fin, serán salvos, así que ya lo sabes, si te
quieres detener en la búsqueda de tu sueño, solo recuerda que los demás, el
mundo y tu mismo sueño no se detendrá
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Revelación 1:6; Éxodo 19:6; Revelación 5:10; 1
Pedro 2:9; 1 Corintios 9:26-27; Hebreos 12:1; Juan 16:33; Hechos 14:22; Efesios
6:12; 1 Corintios 9:25; Efesios 6:14-18; Isaías 59:17; Mateo 24:13; Lucas 21:19
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