martes, 9 de enero de 2024

Dice un dicho que el soñar no cuesta nada, y tiene razón, pero él no soñar cuesta todo

 


A quienes soñamos alcanzar las promesas que se nos han dado el mundo nos considera ajenos a la realidad, Pablo escribiendo a los de Corinto en su primera carta les dice “¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura”.

 

Ciertamente que el proclamar un mensaje que es tropezadero y locura para algunos, o para muchos, no puede menos que se algo complicado, adverso y, ¿por qué no?, desmotivador, pero el problema de seguir este tipo de pensamientos y sentimientos es que podemos desviarnos del Camino e incluso detener nuestro avance a las promesas que se nos han dado.

 

Para evitar lo anterior, lo que debemos cuidar es en qué, o más bien en quién, tenemos que poner nuestra mirada, siendo que Pablo, en su carta a los hebreos, nos aclara precisamente esto: “Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios”.

 

Puesta nuestra mirada en Jesús, los elegidos soñamos con alcanzar la promesa de ser con Jesús, reyes y sacerdotes en el reino venidero, pero para ello, para motivarnos en nuestro andar, debemos recordar precisamente eso que se nos ha prometido y Quién es quien no lo ha prometido para que, como escribía Pablo a los hebreos, “mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”, después de todo, como dice un dicho, el soñar no cuesta nada, y tiene razón, pero él no soñar cuesta todo.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

1 Corintios 1:20-23; Santiago 4:4; Hebreos 12:1-2; 1 Corintios 9:24-25; Revelación 5:10; Éxodo 19:6; Hebreos 10:23; 2 Corintios 9:13


No hay comentarios:

Publicar un comentario