Los elegidos deberíamos de poner más atención
en aquello que escribió Pablo a los de Filipo cuando en su momento les dijo “Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, ¿por
qué?, porque en muchas ocasiones los elegidos tenemos más bien puesta la
mirada, no en las promesas, sino en los tropiezos, las caídas que hemos
cometido en nuestro andar.
La frase que en su momento nuestro Señor le
dijo a uno que quería seguirlo, pero antes poner en orden sus cosas, “ninguno
que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de
Dios”, tiene varias implicaciones, unas apuntan a no querer volver al estado de
donde nos sacó Dios, otras que no sean las cosas que dejamos las que detengan
nuestro andar, pero otra más es que no sean los tropiezos, las caídas que
experimentamos en el Camino las que atraigan constantemente nuestra atención.
Pablo escribiendo a los hebreos les dice en
qué deben poner su mirada y, como puede verse, no son en los errores que uno
comete en el andar: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro
tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos
asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto
delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios”.
Fijémonos como es que Pablo hace alusión, sí,
al pecado del cual debemos estarnos constantemente despojando, pero no para
tener la mirada en ello sino para que, con la mirada en Jesús, quien nos
rescató de la muerte por su sacrificio redentor, sepamos que tenemos, por Él y
en, El la victoria garantizada.
¿Cómo podemos estar seguro de lo anterior?, porque
incluso nuestro triunfo no depende de nosotros sino de Aquel que nos llamó a
salvación, como Pablo escribe a los de Filipo cuando les dice: “Estoy seguro de
que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen
fin hasta el día en que Jesucristo regrese”
Claro que esto no es sin esfuerzo nuestro
pues se nos quiere mantenernos fieles hasta el final, como en su momento dijo
Jesús: “Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo”; o también: “Sé
fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida”.
En el andar hacia las promesas que se nos han
dado habrá tropiezos y caídas, pero la cuestión es levantarnos, sacudirnos el
polvo y seguir nuestro andar, no en quedarnos tirados mirando los errores
cometidos, después de todo no puedes cambiar tu pasado, sí puedes cambiar tu
futuro, ¿a qué le dedicarás más tiempo?
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Filipenses 3:13-14; 2 Corintios 5:16; Lucas 9:62; 2 Pedro
2:20-22; Hebreos 12:1-2; 1 Corintios 9:26-27; Filipenses 1:6; 1 Corintios
1:7-8; Mateo 24:13; Lucas 21:19; Revelación 2:10; Lucas 21:36
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