Dado que la carne y el espíritu están
contrapuestos, las cosas del uno no las entiende el otro y las cosas del otro
no las entiende el uno. Pablo escribiendo sobre esto a los de Galacia les dice
“porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra
la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.
Para el mundo, el éxito está normado por las
metas que se alcancen en función de tres cosas: “los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida”, pero como la misma Escritura
señala de esto “el mundo y sus deseos pasan; pero el que hace la voluntad de
Dios permanece para siempre”.
Es por ello que nuestro Señor en su momento
señaló “no os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre
celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente
el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Ese “buscad primeramente el reino de Dios y
su justicia” ser refiere al correcto orden de prioridades que en el caso de los
elegidos debe de haber, y, por cierto, la imagen del reino no es casual.
Un reino tiene cuatro cosas para ser tal: (1)
un rey, (2) un territorio, (3) súbditos, y (4) leyes. Si falta una sola de esas
cuatro cosas no puede hablarse de la existencia de un reino.
Ahora bien, de esas cuatro cosas las tres
primeras nos quedan claras: El rey es el Padre por medio de su Hijo, el
territorio es el universo entero con la tierra como el centro de operaciones,
los súbditos somos todos los llamados a ser reyes y sacerdotes que califiquemos
para ello manteniéndonos fieles hasta el final, pero ¿y las leyes, cuáles leyes
podrían ser?
De nuevo retomemos lo dicho por Jesús para
saber a qué leyes podríamos referirnos: “buscad primeramente el reino de Dios y
su justicia”. En ese sentido habría que ver cómo define la Palabra eso de
“justicia”, siendo que la Escritura claramente señala que “todos tus
mandamientos son justicia”.
Así que con esto ya tenemos identificados los
cuatro elementos que conforman el reino, la cuestión ahora es ver si
calificamos, ¿por qué?, porque nuestro mismo Señor en su momento dijo “No todo
el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: más el que
hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.
Así que, mientras andamos por el Camino en
pos de las promesas que se nos han dado mantengamos el correcto orden de
prioridades, no sea que ganando el mundo perdamos nuestra alma, después de todo
triunfar no siempre se refiere a "tener más", pero siempre
significará a "ser mejor".
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Gálatas
5:17; Romanos 7:18; 1 Juan 2:16-17; Romanos 13:14; Salmos 119:172; Deuteronomio
6:7; Mateo 7:21; Romanos 2:13; Mateo 16:26; Lucas 9:25
No hay comentarios:
Publicar un comentario