Ser un seguidor de Jesús no solo es
reconocerle como Señor sino actuar conforme al llamamiento que se ha
respondido.
Jacobo, el medio hermano de Jesús, en su
carta señaló esto diciendo “hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice
que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una
hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y
alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais
las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la
fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.
Haciendo eco de esto Pablo, escribiendo a los
de Roma, les dice “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios,
sino los que cumplen la ley, ésos serán justificados”. De igual forma Juan, en
su primera carta señaló “En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por
nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero
el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su
corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Hijos, no amemos de
palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.
De esta forma vemos que la fe, para tener
realmente un valor trascedente con relación a nuestra vocación, debe ir
acompañada de las obras que la evidencien ante el mundo.
Sobre todo lo anterior, nuestro Señor en su
momento les dijo a los suyos, y en su figura a todos los seguidores de todos
los tiempos, incluyéndonos, “vosotros sois la luz del mundo; una ciudad
asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone
debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en
casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
De igual forma Pedro, en consonancia con
esto, en su primera carta señaló “mantened entre los gentiles una conducta
irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores,
ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerar las, glorifiquen a Dios
en el día de la visitación”.
La fe es importante, pero poner por obra esa
fe que se dice profesar es un requisito que se espera del elegido, requisito
cuyo cumplimiento nos acerca cada vez más al carácter perfecto y santo de
nuestro Padre Dios, después de todo reflexión sin acción es vida sin vocación.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo
7:21-23; Romanos 2:13; 1 Juan 3: 16-18; Mateo 5:14-16; 1 Pedro 2:12
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