martes, 28 de marzo de 2023

Todo sueño nace con dos caminos por enfrente: "si se puede" y "no se puede". Tú decides cuál recorrer.

 


Los seres humanos hemos sido dotados por Dios, aparte de vida y conciencia, de libre albedrío, esa capacidad de decidir por nosotros mismos si deseamos obedecer a nuestro Padre o bien andar por nuestros caminos. Esa facultad existe incluso en los elegidos, es decir, el haber venido a salvación no implica que, en cualquier momento, uno pueda abjurar de su llamamiento.

 

Juan, en su primera carta, refiriéndose a éstos últimos señala “hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad”.

 

Y en esto no vale el creer que uno está exento de esa posibilidad, recordemos el intercambio discursivo entre Jesús y Pedro que se produjo cuando, aquel primero, escuchó oír a su maestro lo que padecería: “Entonces Pedro, respondiendo, le dijo: Aunque todos se aparten por causa de ti, yo nunca me apartaré. Jesús le dijo: En verdad te digo que esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré”. Todos conocemos en que terminó finalmente esta promesa.

 

Esto no es cosa menor ya que, si uno reniega de la salvación que por gracia se nos ha dado, la perspectiva de ello es más que ominosa: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”

 

Con todo y todo, y esto hay que tenerlo muy en claro, no son nuestras fuerzas las que nos permiten mantenernos fieles y avanzar hacia las promesas que se nos han dado sino el Espíritu de Dios que mora en nosotros, como escribe Pablo en su segunda carta a Timoteo “porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

 

Pablo escribiendo a los de Roma, sobre ese sueño que los elegidos procuramos, les dice “pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, aun así, como ya se comentó, la libertad de decidir entre ser fieles o renegar de la salvación siempre estará ante nosotros, después de todo, todo sueño nace con dos caminos por enfrente: "si se puede" y "no se puede". Tú decides cuál recorrer.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

1 Juan 2:18-21; Hechos 20:30; 1 Corintios 11:19; Mateo 26:34; Lucas 22:33-34; Hebreos 10:26-29; Números 15:30; Hebreos 6:4-6; 1 Juan 4:18; Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17; 1 Pedro 4:13


No hay comentarios:

Publicar un comentario