Sobre
la oportunidad de salvación, algunos, que aún no han venido a ella, pareciera
que tiene una actitud indolente donde dejan todo para más adelante, para un
momento previo a la segunda venida de nuestro Señor donde, después de haber
vivido como el Enemigo, la Carne y el Mundo dictaban, se volverán de sus
caminos en el justo momento previo al fin de la presente era. De igual forma
otros, que ya han venido a salvación, difieren el compromiso de comportarse tal
cual se espera de ellos bajo los mismos argumentos.
Como
idea, ambas posturas son interesantes, pero la misma no solo carece de base
bíblica, sino que incluso, considerando la Escritura, es sumamente peligrosa.
Comencemos
considerando lo dicho por nuestro Señor al respecto: “De la higuera aprended la
parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el
verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced
que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación
hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los
cielos, sino solo mi Padre”.
Y
también: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría
de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros
estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”
Pongamos
atención en las últimas partes de las dos citas anteriores: Primero, “pero del
día y la hora [del regreso de nuestro Señor] nadie sabe, ni aun los ángeles de
los cielos, sino solo [nuestro] Padre”, y segundo, “por tanto, también vosotros
estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Con
esas dos perspectivas, ¿es juicioso señalar que uno se esperará para que,
cuando sea inminente el fin de este siglo, entonces sí venir a salvación o
bien, si ya se vino a salvación, comenzar a vivir conforme se espera de uno?
Pablo
escribiendo a los hebreos sobre esto les dice “Mirad, hermanos, que no haya en
ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;
antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy;
para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque
somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin
nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su
voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación”.
Interesante
que Pablo llama, tanto a quienes se niegan a responder al llamado que de Dios
reciben para venir a salvación como aquellos que habiendo venido a ella no
viven como de ellos se espera, como de “corazón malo de incredulidad”, aun así,
un último exhorto les es lanzado: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones”.
El
llamado del Padre para venir a salvación en el presente siglo así como el vivir
conforme al llamado al que se ha respondido, no es como el timbre del colegio
donde, si uno alcanza a entrar al salón antes de que cierren la puerta se salva
de las consecuencias de quedarse fuera, más bien es como una oportunidad que se
da para que, aceptando o rechazando el llamado, uno de muestras si realmente
quiere ser parte del reino venidero, así que ya lo sabes, cuando pienses
detenerte toma en cuenta que ni el tiempo, ni la vida, ni las oportunidades lo
hacen.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo
24:32-36; 42-44; Lucas 12:36-39; Santiago 5:9; Hebreos 3:12-15;
Salmos 95:7; Proverbios 14:14
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