¿Te
imaginas que en la vida todo fuera fácil?, realmente nunca desarrollaríamos
carácter y esto, en el caso de los elegidos, es sumamente importante pues el
Espíritu está trabajando en nosotros precisamente para que desarrollemos el
carácter perfecto y santo de nuestro Padre y seamos como Cristo, quien es la
imagen del Dios invisible.
Jacobo,
el medio hermano de Jesús, en su carta señala “hermanos míos, tened por sumo
gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la aprueba de vuestra
fe produce paciencia”, y Pablo, escribiendo a los de Roma les dice “y no solo
esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. De esta forma lo
que somos está siendo cambiado en lo que llegaremos a ser.
Pablo,
en su primera carta a los de Corinto, les dice “¿no sabéis que los que corren
en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?
Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible”.
Es
así como este crecer implica esfuerzo, tenacidad y también sacrificio. Más sin
embargo todo esto no es proporcional a lo que recibiremos pues esto último es
mayor que aquello, Pablo sobre esto escribe a los de Roma diciendo “pues tengo
por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la
gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.
Pero
lo más importante de esto, sobre todo cuando enfrentamos las pruebas que en
nuestro andar por el Camino encontremos, es que no estamos solos. Juan en su
primera carta les dice a los de su tiempo “hijitos, vosotros sois de Dios, y
los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en
el mundo”.
De
esta forma, mientras el Espíritu nos ayuda en alcanzar aquello que se nos ha
prometido, dicha interacción va cambiando nuestro espíritu hasta que en
nosotros se logre lo que Dios pensó desde la eternidad para cada uno.
El
andar por el Camino a las promesas que se nos han dado implica esfuerzo,
tenacidad, lucha, pero eso, por el Espíritu que hemos recibido, nos va
cambiando hasta llegar a ser lo que estamos llamados a ser: hijos de Dios,
después de todo la capacidad de alguien puede medirse tanto cuando tiene todo a
favor como cuando tiene todo en contra.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
1
Pedro 1:16; Levítico 20:7; Mateo 5:48; Mateo 5:48; 1 Juan 3:2; Juan 1:12; Santiago
1:2-3; Romanos 5:3-5; Mateo 5:12; 1 Corintios 9:24-25; Hebreos 12:1; Romanos
8:18; Colosenses 3:4; 1 Juan 4:4; Romanos 8:31
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