martes, 21 de febrero de 2023

¿Hasta cuándo detener tu andar? Sencillo: hasta alcanzar el horizonte

 


Uno de los aspectos primordiales señalados en la Palabra para alcanzar las promesas que nos han sido dadas es precisamente la de la perseverancia.

 

Nuestro Señor a su iglesia, por medio de Juan, le dice “sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Fijémonos como es que nuestro Señor no dice que se sea fiel hasta cierto punto, sino incluso aunque la vida esté de por medio. En ese mismo sentido, previamente, mientras anduvo con ellos en la tierra, de igual forma les señalo “el que persevere hasta el fin, este será salvo”. De nueva cuenta, el perseverar no es hasta cierto punto sino hasta el fin.

 

El punto de no perseverar es retomado por Pablo en su primera carta a los de Corinto cuando señala, refiriéndose a sí mismo, “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”, y de igual forma, en su segunda carta a los mismos, en el mismo orden de ideas, les indica “y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros seamos hallados aprobados, sino para que vosotros hagáis lo que es bueno, aunque nosotros seamos como reprobados”.

 

A esos que habiendo llegado a la fe y luego abjurado de ella, Juan, en su primera carta los menciona señalando “salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”, y ¿qué les espera a éstos?, Pablo escribiendo a los hebreos contesta diciendo “porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”

 

Lo anterior implica perseverancia y, para perseverar se requiere paciencia, es por ello que en su momento nuestro Señor señaló “con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas”, por eso en Revelación, a los que han alcanzado las promesas no solo se les llama llamados y escogidos sino también fieles: “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.

 

El andar por el Camino tiene una meta claramente establecida: Alcanzar las promesas que nos han sido dadas, es así que no debemos cejar en nuestro esfuerzo para ello, en ese sentido, ¿hasta cuándo detener tu andar? Sencillo: hasta alcanzar el horizonte.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 


Referencias:

Revelación 2:10; Salmos 31:23; Mateo 24:13; Romanos 2:7; 1 Corintios 9:27; Romanos 6:18,19; 2 Corintios 13:7; Juan 17:15; 1 Juan 2:19; 1 Corintios 11:19; Hebreos 10:25-29; Hebreos 3:13; Lucas 21:19; Hebreos 10:36; Revelación 17:14; Mateo 22:14


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