martes, 14 de febrero de 2023

Un buen líder no solo te muestra el camino sino que incendia tu corazón para que ilumine tu andar

 


Queramos o no, al haber respondido el llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, nos hemos conformado en líderes, líderes tanto para el Mundo como para los de la fe.

 

Ese liderazgo, lejos de ser una cuestión de orgullo o vanagloria, implica que en nosotros los demás ven reflejado aquella fe que decimos profesar.

 

Pablo, en su primera carta a los de Corinto, les exhorta diciendo “sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”, de igual forma, escribiendo a los de Filipo reitera esto al señalar “hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros”.

 

Como podemos ver, ambas frases apuntan a un liderazgo donde con nuestras acciones demostramos aquello que predicamos, pero, en el caso de la segunda cita, como vemos, eso no se circunscribe solamente para quienes son autoridad en la iglesia sino a todos los miembros de ella: “mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros”.

 

De esta forma aquel liderazgo que nos obliga a actuar en consecuencia con lo que creemos, es algo que aplica para todos siendo que, quien así hace, se vuelve un ejemplo, una guía, un líder en toda la extensión de la palabra.

 

Ahora bien, ese liderazgo no solo es positivo, sino que también, tristemente, puede ser negativo, ¿cuándo se da eso?, cuando nuestras actitudes, en vez de servir para edificar a los demás, los impactan negativamente en su vida espiritual.

 

Pablo, en su primera carta a los de Corinto, les dice sobre esto “no seamos piedra de tropiezo para nadie: ni para los judíos ni para los gentiles ni para la iglesia de Dios”, tan así es ese compromiso que incluso aquello que nos sea lícito, si es causa de tropiezo para los demás, debe ser analizado con cuidado, sobre esto Pablo, en esa misma carta señala “por consiguiente, si la comida hace que mi hermano tropiece, no comeré carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano”.

 

Como parte todos del Cuerpo de Cristo tenemos una responsabilidad para con los demás, sean del Mundo o sean de la iglesia, ya que nuestras acciones pueden incentivar su vida espiritual o, contrariamente, impactarlos negativamente, después de todo un buen líder no solo te muestra el camino sino que incendia tu corazón para que ilumine tu andar.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

1 Corintios 11:1; 1 Tesalonicenses 1:6; Filipenses 3:17; 1 Pedro 5:3; 1 Corintios 10:32; 1 Timoteo 3:15; 1 Corintios 8:13; 2 Corintios 6:3


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