martes, 10 de enero de 2023

Para llegar cada vez más alto se requiere que tu deseo de volar supere con creces tu miedo a caer

 


Los elegidos sabemos que en este andar por el Camino hacia las promesas que nos han sido hechas, el Espíritu Santo de Dios que mora en nosotros trabaja en cada uno para alcanzar la meta de replicar en nosotros el carácter perfecto de nuestro Padre Dios.

 

Juan en su primera carta señala esto último cuando dice “amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.

 

Este acercarnos cada vez a aquel ideal es señalado por Pablo quien, en su segunda carta a los de Corinto, señala “por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.

 

Pero, obvio, como todo proceso de mejora, conforme vamos conociendo más, conforme vamos obrando más, es evidente que enfrentaremos cada vez más retos, insalvables para nosotros, pero no insalvables para Dios.

 

Lo anterior puede atemorizarnos pues, sabiendo lo débiles, torpes, rebeldes y cobardes que somos, puede ser no queramos enfrentar esos retos por temor a tropezar, a caer, pero si no los enfrentamos no avanzaremos y, lo que es peor, detendremos ese proceso de reflejar en nosotros el carácter de nuestro Padre Dios.

 

Dios en su momento le dijo a Jeremías “si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?” De esta forma es más que claro que este llamamiento al que hemos respondido nos enfrenta con cada vez mayores retos, pero, y esto es lo importante, no estamos solos en esta lucha, sino que Dios está con nosotros.

 

Tan así es esto último que Él mismo, como en su momento hizo con su pueblo, nos tranquiliza diciendo “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”, y todavía más aún: “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”.

 

Ese “no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” debe darnos la confianza para cada vez avanzar más en el Camino enfrentando cada vez mayores retos sabiendo que en su momento saldremos triunfadores ya que como Pablo escribió a los de Filipo “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, así que ya lo sabes, para llegar cada vez más alto se requiere que tu deseo de volar supere con creces tu miedo a caer.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

1 Juan 3:2; Salmos 17:15; 2 Corintios 3:18; Romanos 8:29; Jeremías 12:5; Proverbios 24:10; Éxodo 14:14-16; Deuteronomio 3:22; Génesis 28:15; Salmos 46:7,11; Filipenses 4:13; 2 Corintios 12:9


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