Sin
duda alguna que el andar por el Camino rumbo a las promesas que se nos han dado
no es cosa fácil ya que tenemos que lidiar con el Enemigo, el Mundo y la Carne,
sobre esto Juan, en su primera carta nos dice “no améis al mundo ni las cosas
que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los
ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el
mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre”.
Sobre
esta contienda Pablo escribiendo a los de Éfesos nos dice “porque no tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes”, imaginémonos esto, sin duda que podríamos pensar que
se trata de una lucha desigual, pero no es así. Veamos esto con una historia.
En
su momento el Rey de Siria estaba en guerra con Israel. En ese entonces Eliseo
era profeta y sus consejos eran oídos por el Rey de Israel haciendo que el Rey
de Siria no pudiera nada contra Israel. Entonces el Rey de Siria envía sus ejércitos
a Dotan, ciudad en la que se encontraba el profeta. Su ayudante, temeroso de aquello se lo comenta
al profeta, la Escritura nos relata el resto: “[Eliseo] dijo: No tengas miedo,
porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró
Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces
Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno
de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. Y luego que
los sirios descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras
con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de
Eliseo”.
El
problema con lo señalado al inicio es que, en muchas ocasiones, al ir a la
batalla con aquello que enfrentamos en el Camino, lo que vemos y evaluamos son
nuestras capacidades, pero lo que debemos ver y evaluar es la capacidad de
Aquel que nos ha llamado a salvación. ¿Qué algo es imposible?, tal vez lo sea,
pero para nosotros: Para Dios no hay imposibles.
Sobre
esto, recordemos aquello que Dios le dijo a Pablo cuando enfrentaba, sin mucho
éxito según él, las vicisitudes de sus batallas: “Y me ha dicho: Bástate mi
gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena
gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder
de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en
afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte”.
El
andar por el Camino no está exento de tribulaciones, grandes tribulaciones,
enormes tribulaciones que nos pueden parecer imposibles de salvar, pero Dios no
nos ha llamado a lo posible sino a lo imposible, obvio: con su ayuda, después
de todo dar el extra en tu vida no es esforzarte todo lo posible sino más bien
lograr esforzarte hasta lo imposible.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
1
Juan 2:16; Efesios 2:3; Romanos 13:14; Efesios 6:12; Marcos 4:19; 1 Corintios
9:25; 2 Reyes 6:16-19; Romanos 8:31; Éxodo 14:13; Lucas 1:37; Génesis 18:14; Mateo
19:26; 2 Corintios 12:9-10; 1 Corintios 2:5
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