Sobre
la creación del hombre de parte de Dios, la Escritura señala “entonces Jehová
Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de
vida, y fue el hombre un ser viviente”.
Hasta
ahí el hombre no se diferencia de los animales pues ambos están hechos de
materia con un hálito que los anima, por eso la misma Palabra señala “porque lo
que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo
suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración
tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad”.
Obvio,
el hombre se diferencia de los animales en que posee, no solo instinto sino
razonamiento y conciencia, eso es dado por el espíritu que posee, como dice
Pablo en su primera carta a los de Corinto “¿quién de los hombres sabe las
cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?” Solo el hombre
puede tener esa introspección que le da el entendimiento propio de los seres
humanos.
Pero
ahí no terminan las cosas ya que, para todo aquel que respondiendo al llamado
del Padre viene a salvación, recibe el Espíritu de Dios mediante la imposición
de las manos después del bautismo, tal como testimonia la Palabra sobre los
Apóstoles: “Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo”.
Ese
Espíritu comienza en uno a revelar las verdades divinas como dice la Escritura
“Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”, y de
igual forma a conducirnos por el Camino hacia el Padre, como también dice la
Palabra “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él
seamos glorificados”.
En
ese orden de ideas, y a la luz de las promesas que hemos recibido, la prioridad
de los elegidos está en buscar el Reino de Dios y su justicia sabiendo que
todas las demás cosas nos serán dadas por añadidura, como escribe Pablo en su
primera carta a los de Corinto: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino
las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se
ven son eternas”.
El
elegido, si bien vive en este mundo sabe que no es de este mundo, es por ello
que, si bien se ocupa de lo que naturalmente su existencia requiere, su
prioridad está en alcanzar las promesas que nos han sido dadas, después de todo
tan importante como la sangre que recorre tus venas, son los sueños y
pensamientos que abrigas en tu mente.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Génesis
2:7; Job 33:4; 1 Corintios 2:11 p.p.; Proverbios 20:27; Hechos 8:17; 2 Timoteo
1:6; 1 Corintios 2:11 u.p.; Romanos 8:16-17; Juan 1:12; Mateo 6:33; Isaías 33:6;
Juan 15:19; Santiago 4:4
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