El
elegido sabe que las promesas que se nos han dado quedan adelante, es por ello
que su mirada está fija enfrente, como Pablo en su momento señaló “hermanos, yo
mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Lo
anterior, si bien es la mejor actitud que uno puede tener en este andar por el
Camino, puede dar la impresión que de no debe mirarse hacia atrás, máxime
cuando se tiene a nuestro Señor diciendo por lo claro “…Ninguno que poniendo su
mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”, pero ambas
expresiones no están reñidas con mirar hacia atrás, pero, claro, desde la
correcta perspectiva.
Pablo
escribiendo a los de Filipo les dice “doy gracias a mi Dios cada vez que me
acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones por todos ustedes, siempre oro con
alegría, porque han participado en el evangelio desde el primer día hasta ahora”;
Daniel en su momento oró a Dios diciendo “a ti, Dios de mis padres, te alabo y
te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder, me has dado a conocer lo que te
pedimos…”; y David en su momento señaló “alaba, alma mía, al Señor; alabe todo
mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus
beneficios”.
Como
puede verse, para que las anteriores tres citas tuvieran verificativo era
menester mirar hacia atrás: En el caso de Pablo para evaluar el trabajo de los
de Filipo, en el caso de Daniel para reconocer a Dios como el dador de todo, y
para el caso de David para agradecer por lo recibido. De esta forma tenemos que
uno sí puede mirar hacia atrás, pero, de nuevo: con la correcta a actitud.
¿Y
cuál es esa correcta actitud? Aprendizaje. Véase de nuevo las tres citas
anteriores y se podrá notar que los tres escritores aprendieron algo de Dios:
su llamamiento, su providencia, su amor, de hecho, esto no debería sorprendernos
pues Jesús mismo señaló el sentido de la vida, actual y futura: “Y esta es la
vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado”.
Reflexionar
sobre el pasado, no con ánimo recriminativo, ni de añoranza, sino de
aprendizaje, nos permite avanzar en el conocimiento de Dios y su Hijo, generando
en nosotros gozo y esperanza, y motivándonos en nuestro andar por el Camino, después
de todo claro que puedes ver hacia el pasado, pero solamente con la intención
de aprender de él.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Filipenses
3:13-14; Hebreos 6:1; 2 Corintios 5:16; Lucas 9:62; Hebreos 10:38; 2 Pedro
2:20-22; Filipenses 1:3-5; Romanos 1:8; 1 Corintios 1:4; Daniel 2:23; Génesis
31:42; Mateo 11:25; Salmo 103:1-2; Ezequiel 39:7; Lucas 1:46,47
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