El
ser parte de este mundo, para un elegido, puede ser muy frustrante. Cuando uno
nace de nuevo comienza a ver lo que tanto en uno como en el mundo está mal y de
manera natural uno pudiera querer cambiar tanto lo uno como lo otro.
Sobre
Lot, Pedro en su primera carta nos dice “si condenó a la destrucción las
ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas de ejemplo
para los que habrían de vivir impíamente después; si rescató al justo Lot,
abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos”. Uno, al igual que Lot,
puede en su momento sentirse abrumado por la conducta sensual de los hombres
libertinos de nuestra generación.
Más,
¿sabes?, la mejor manera de incidir en este mundo es mediante la conducta que
como un hijo de Dios debemos mostrar. Jacobo, el medio hermano de Jesús, en su
carta señala “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con
su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría”.
Es
por ello que en su momento Jesús dijo a los suyos, y en su figura a todos
nosotros, “vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte
no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino
sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Pero
yendo más allá de todo eso, es posible, de hecho así es, que incluso esa luz
que de los elegidos brilla sobre el mundo no sea factor de cambio para este,
más aún: sea factor de rechazo de uno por parte del mundo, esto por una razón
muy sencilla dicha por el propio Jesús: “Y este es el juicio: que la luz vino
al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones
eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz
para que sus acciones no sean expuestas. Pero el que practica la verdad viene a
la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios”.
Si uno con el vivir conforme al llamamiento al que se ha
respondido, puede ser factor que incida en el mundo para hacerlo un mejor
lugar, que bien; pero si uno no logra eso, por lo menos que no sea el mundo el
que termine cambiándolo a uno, como Dios dijo en su momento a Jeremías “conviértanse
ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”.
El elegido sabe que está en este mundo de paso, de hecho,
sabe que éste mundo terminará, en ese sentido se enfoca en las promesas que han
sido hechas, aun así, busca con su obrar conforme a la fe impactar
favorablemente en el mundo actual, pero si no logra eso al menos busca que no
sea el mundo el que termine cambiándolo a él, así que ya sabes, ¿que no quieres
cambiar el mundo?, no hay problema ¡con que por lo menos no dejes el mundo te
cambie a ti!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
2
Pedro 2:6-7; Judas 1:15; Santiago 3:13; 1 Pedro 2:12; Mateo 5:14-16; Proverbios
4:18; Proverbios 2:12-14; Jeremías 15:19 u.p.; Ezequiel 44:23
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