El elegido, desde el punto de vista natural, temporal, del presente siglo, debe entender que en muchas ocasiones las problemas, adversidades y tribulaciones que enfrente no se resolverán ni de la manera ni en los tiempos en que él espera.
Nuestro
Señor en su momento señaló a los suyos “acordaos de la palabra que yo os he
dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a
vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la
vuestra” y todavía más señaló “porque si en el árbol verde hacen estas cosas, en
el seco, ¿qué se hará?”
Más
sin embargo no quiso dejar sin esperanza a su iglesia ya que también les dijo
“estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”, palabras que repite en el
último libro de la Escritura cuando señala “No tengas ningún temor de las cosas
que has de padecer. He aquí, el diablo ha de enviar algunos de vosotros a la
cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación de diez días. Sé fiel
hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.
Esa perspectiva debe darnos una claridad en cuanto al
llamamiento, claridad que si bien implica esperanza, como anteriormente hemos
visto, de igual forma requiere de contentamiento.
Pablo sobre esto, y aplicándolo a su persona, les escribe
a los de Filipo diciendo “sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en
todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener
hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad”. Esto pudiéramos
parafrasearlo diciendo “se mantenerme en el llamamiento cuando las cosas van
bien, lo mismo que cuando van mal”.
El libro de Job es muy esclarecedor en cuanto a esto ya
que, como puede verse, de inicio Job no entiende el por qué le pasan esas
adversidades, “me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos
me hizo caer”, más, sin embargo, y a pesar de que Dios no responde sus
interrogantes, después de hacerle ver quién es Él, Job mismo reconoce “…yo
hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no
comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás”.
De esta forma no es la comprensión plena del plan de Dios
lo que debe movernos a confiar en Él sino el entendimiento de su persona,
perfecta y santa, y de los planes de Él para con nosotros, planes de bienestar
y no de calamidad, a fin de [tener] un futuro y una esperanza”, después de todo
uno no puede ganar siempre, pero lo que sí puede hacer siempre es salir a
luchar con actitud triunfadora.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Juan
15:20; Hechos 14:22; Lucas 23:31; 1 Pedro 4:18; Juan 16:33; Romanos 8:37; Revelación
2:10; Mateo 10:22; Filipenses 4:12; 2 Corintios 6:5; Job 16:11; Salmos 31:8; Job
42:3-4; Salmos 139:6; Jeremías 29:11; Isaías 55:12
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