Constantemente en la Escritura vemos claramente cómo es
que a las malas acciones les antecedieron previamente malos pensamientos. En el
caso de Eva, “vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era
agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de
su fruto”; en el caso de David, “una tarde, al levantarse David de la cama,
comenzó a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que
se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que
averiguaran quién era, y le informaron: «Se trata de Betsabé, que es hija de
Elián y esposa de Urías el hitita».
Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia y, cuando Betsabé
llegó, él se acostó con ella”; en el caso de Judas, “entonces uno de los doce,
llamado Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y dijo: ¿Qué estáis
dispuestos a darme para que yo os lo entregue? Y ellos le pesaron treinta
piezas de plata. Y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarle”.
Lo anterior es un proceso que tiene que ver con nuestra
naturaleza. Jacobo, el medio hermano de Jesús, entendiendo esto, en su momento
escribió en su carta “…cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia
es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da
a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.
Pero el que sea parte de nuestra naturaleza no quiere
decir que no podamos usarlo en nuestro favor ya que ese actuar es en sí
neutral, es decir, nuestras acciones pueden seguir lo mismo a malos
pensamientos que a buenos pensamientos.
Entendiendo esto, Pablo, escribiendo a los de Filipo, les
dice “por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo
lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay
virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Nuestro pensamiento es sin duda portentoso, pero de igual
forma está limitado y la principal limitación es que solo puede pensar en una
sola cosa a la vez, esto se vuelve una ventaja a nuestro favor ya que, ante los
malos pensamientos que surjan en nuestro interior tenemos la opción de
reemplazarlos con otros pensamientos, buenos en este caso, extinguiendo así los
primeros y siguiendo de esta forma el consejo de Pablo.
Los elegidos seguimos batallando con nuestra carnalidad,
carnalidad que lucha contra los deseos del Espíritu, siendo que esa carnalidad
puede poner en nosotros pensamientos negativos que, si los seguimos, engendran
pecado, es por ello que ante esto tenemos la opción de reemplazar dichos
pensamientos negativos por otros, positivos en este caso, que nos lleven por el
Camino hacia las promesas que se nos han dado, después de todo la belleza que
uno es capaz de apreciar en el exterior es un reflejo de la belleza que trae
uno en el interior.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Génesis
3:6; Romanos 5:12; 2 Samuel 11:2-4; Mateo 5:28; Marcos 14:10-11; Mateo
26:14-16; Santiago 1:14-15; Proverbios 4:23; Filipenses 4:8; 1 Pedro 2:12
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