martes, 6 de septiembre de 2022

Un sueño, por más difícil que parezca, si aplicas voluntad, pasa de imposible a inevitable

 


Para quienes hemos respondido al llamado del Padre para venir a salvación en el presente siglo, dicha decisión no podría ser sino la más juiciosa que hemos tomado, con todo y todo para el mundo le puede parecer una locura, después de todo creemos en que un carpintero muerto hace dos mil años está vivo y que nosotros mismos después de morir seremos resucitados.

 

Esto no es ni sorpresa ni novedad, al mismo Pablo, como parte de su ministerio, se le señaló de estar loco: “Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco”, tal vez por esto más tarde, ese mismo Pablo, escribiendo a los de Corinto, en su primera carta les dice “porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”. Más sin embargo, este mismo Pablo, casi al final de sus días, le diría a Timoteo en su segunda carta “por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”.

 

El cristiano no es un crédulo, es un creyente que, gracias a la acción del Espíritu de Dios, ha llegado a comprender las verdades espirituales que su Palabra contiene estando convencido de lo que cree y de a Quién le cree, con todo y todo, como se comentó al principio, esto es una locura para quienes carecen del Espíritu de Dios.

 

Pero eso no nos asombra ni escandaliza ya que muchos de nosotros, antes de venir a salvación, perdidos en el mundo, nos parecían las promesas que ahora hemos recibido como sueños difíciles de creer: ¿Ser seres espirituales perfectos y santos?, ¿ser reyes y sacerdotes en el reino venidero?, ¿ser parte de la familia de Dios como sus hijos? Que lejos ahora se nos hace aquella falta de entendimiento que sobre estas verdades divinas teníamos, pero de la misma forma entendemos a quienes aún no han llegado a comprenderlas, con todo y todo, aparte de dar razón de nuestra fe a quien nos lo pida, nos hemos puesto a trabajar para pasar de aquel sueño imposible a una realidad inevitable.

 

Ese sueño son las promesas que se nos han dado, sueño no en el sentido de algo fantasioso ni irreal, sino en el sentido de algo que excede lo que podamos pensar, como dice la Palabra “antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

 

Los elegidos no nos detenemos en nuestro andar solo porque aquellos que sin el Espíritu de Dios no entienden el llamamiento al que hemos respondido, antes bien dando razón de nuestra fe ponemos en obra lo que decimos creer para avanzar decididamente a las promesas que se nos han dado, después de todo un sueño, por más difícil que parezca, si aplicas voluntad, pasa de imposible a inevitable.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

Hechos 26:24; Marcos 3:21; 1 Corintios 1:18; Hechos 13:41; 2 Timoteo 1:12; Romanos 1:16; 1 Pedro 3:15; 2 Timoteo 2:25; 1 Corintios 2:9; Isaías 64:4


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