martes, 9 de agosto de 2022

Los retos por más difíciles que sean no son imposibles, lo que sí es difícil a veces es creer esto

 


Si tuviéramos que eliminar una frase del lenguaje de los elegidos sin duda que ésta debería ser la de “no puedo”, pero curiosamente la realidad pareciera ser en ocasiones al contrario ya que ésta es la frase que quienes hemos decidido seguir a Cristo más usamos para justificar nuestras flaquezas, debilidades, torpezas y cobardías.

 

“No puedo dejar tal vicio”, “no puedo perdonar a tal persona”, “no puedo superar tal defecto”, “no puedo cumplir con lo que de mí se espera”, “no puedo proclamar el Evangelio”. Quítale y ponle a esas frases y verás que, en mayor o menor medida, la mayoría de nosotros si no es que todos, sea con nuestros pensamientos y/o nuestras acciones, hemos llegado a expresar lo anterior.

 

“Pero es que es verdad —pudiera decir alguien— , nuestra naturaleza actual es así por lo que no podemos hacer muchas cosas”. En parte esa expresión tiene razón, ¿cuál es esa parte?, que así es nuestra naturaleza y que por lo tanto no podemos ir más allá de ello, pero lo que le falta a esa expresión es la consideración de que cuando venimos a salvación, cuando arrepentidos nos bautizamos y por medio de la imposición de manos recibimos el Espíritu de Dios, se nos concede ese algo adicional que permite superar los límites que tenemos.

 

Pablo, el mismo Pablo que en su carta a los de Roma se quejaba de que no podía hacer el bien que quería sino que su naturaleza lo llevaba a hacer el mal que no quería escribiendo a los de Filipo les indicaba “sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

 

Esa escasez y esa abundancia que menciona Pablo puede entenderse tanto de manera natural como de manera espiritual, con todo y todo es interesante al final que él mismo señale “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Todo, no una parte o la mayoría. Todo.

 

“Pero ¿y nuestra debilidad?” —otro pudiera preguntar, ¿sabes?, ¡Cristo ya respondió eso! “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”, ante lo cual Pablo no pudo menos que reconocer “por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.

 

El llamamiento al que hemos respondido no nos ha quitado nuestra débil carnalidad, pero sí nos ha revestido del poder del Espíritu de Dios, por lo que, en cuanto alcanzar las promesas que se nos han dado, más allá de aquello que no somos lo que debemos considerar es lo que sí tenemos, después de todo los retos por más difíciles que sean no son imposibles, lo que sí es difícil a veces es creer esto.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

Romanos 7:19-25; Salmos 19:13; Efesios 6:11-13; Filipenses 4:12-13; Colosenses 1:11; Efesios 3:16; 2 Corintios 12:9; Daniel 10:19; 1 Corintios 2:5


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