A veces, una vez que hemos venido a salvación, podemos creer que Dios nos dará todo —lo cual así será— sin mayor esfuerzo de nuestra parte —lo cual es erróneo.
De
principio a fin la Palabra nos insta a esforzarnos, por ejemplo, previo a
entrar a la Tierra Prometida, Dios le dice a Josué “escucha lo que te mando:
Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y
estaré contigo por dondequiera que vayas”.
De
igual forma, y de manera vehemente, admoniciona contra la indolencia, por
ejemplo, Salomón en su momento señaló “la pereza hace caer en profundo sueño, y
el alma ociosa sufrirá hambre”.
Más
sin embargo, hay que entender que aquel esfuerzo del que nos habla la
Escritura, tiene un efecto en nosotros que es replicar en cada uno el carácter
perfecto y santo de nuestro Padre Dios. Ese replicar su carácter perfecto y
santo nos lleva a ser más, de hecho a ser algo pues ahorita somos nada, siendo
que ese ser más, ese ser algo, equivale, como lo señala la Escritura, a que
nuestro corazón sea ensanchado.
Realmente
es curioso el término de ensanchar el corazón, pero el mismo implica que hemos
llegado a ser más, y que en ese más hay más espacio para nosotros, para los
demás y para Dios.
El
resultado de ello es que, habiendo replicado el carácter perfecto y santo de
nuestro Padre Dios, nos comportamos de manera perfecta y santa, como exhorta la
Palabra: “Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, para que yo responda al que
me afrenta”.
Obvio
que ese esfuerzo implica alcanzar algo que no tenemos, obvio que ese ensanchar
lleva implícito el llegar a ser algo que no somos, de esta forma, y la única
manera de llegar a ello, es que precisamente nos enfrentemos a situaciones que
requieran de nuestro brío, arrojo y
voluntad.
Así
que la próxima vez que estés enfrentando algún revés, alguna tentación, alguna
tribulación, piensa que ese sentimiento de desasosiego que experimentas tiene
que ver con el cambio que se está gestando en ti donde estás pasando de lo
estrecho a lo ancho en tu corazón y de lo que no eres a realmente ser y no solo
ser sino ser perfecto y santo, después de todo a veces los problemas parecen no tener solución simple y
sencillamente para darte la oportunidad de tu crearla.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Josué 1:9; Deuteronomio 31:8; 2 Crónicas 15:7;
Proverbios 19:15; Isaías 56:10; Efesios 5:14; Salmos 25:17; 2 Corintios 6:11;
Proverbios 27:11; Salmos 119:42; 2 Juan 1:4
No hay comentarios:
Publicar un comentario