El
ser humano, al ser cuerpo, alma y espíritu, tiene diferentes necesidades,
necesidades que en ocasiones pueden estar contrapuestas, como dice Pablo
escribiendo a los de Galacia “porque el deseo de la carne es contra el
Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisiereis”, en ese sentido debe tenerse cuidado en
las metas que se persiguen.
Sobre
esto nuestro Señor presentó una parábola al respecto: “La heredad de un hombre
rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré,
porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis
graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis
bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos
años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche
vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que
hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”.
No
está mal el proveernos y proveer a los nuestros de las necesidades materiales
que son necesarias para la vida carnal que tenemos, sobre esto Pablo
escribiendo a los de Éfeso señala en su momento “porque nadie aborreció jamás a
su propia carne, sino que la sustenta y la cuida”, de igual forma en su primera
carta a Timoteo le señala “porque si alguno no provee para los suyos, y
mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”,
pero esa proveeduría debe establecer el correcto orden de las cosas, ¿y cuál es
ese?
Jesús
en su momento dijo a los suyos, y en su figura a todos los creyentes de todos
los tiempos, “más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas
estas cosas os serán añadidas”, ¿y qué es justicia?, David de manera inspirada
responde “todos tus mandamientos son justicia”.
Ahora
bien, ese correcto orden de ideas, si presenta algún conflicto, como el
inicialmente mencionado de poner a la carne contra el espíritu y al espíritu
contra la carne, hará necesario que se hagan los sacrificios requeridos en
función del objetivo primordial que como elegidos nos hemos planteado.
Sobre
esto Pablo, en su primera carta a los de Corinto, les dice “¿no sabéis que los
que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el
premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la
ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi
cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros,
yo mismo venga a ser eliminado”, sabiendo que solo este tiempo que tenemos en
esto que llamamos vida es lo que disponemos para ello, como escribe Salomón “cuando
el árbol cae, no importa de qué lado caiga; donde cae, allí se queda”, así que
ya lo sabes elije con cuidado tus
metas ya que después de todo pagaras con el tiempo de tu vida por ellas.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Gálatas
5:17; Salmos
19:12,13; Lucas 12:16-21; Salmos 73:3,12; Efesios 5:29; Mateo 6:26;
1 Timoteo 5:8; Lucas 11:11-13; Mateo 6:33; Proverbios 2:1-9; Salmos 119:172; Deuteronomio
6:7; 1 Corintios 9:24-27; Filipenses 3:12-14; Eclesiastés 11:4
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