miércoles, 13 de julio de 2022

Cuando eres libre, nadie más que tú eres el responsable de tus errores pero también de tus aciertos

 


El elegido, llamado a estar en el mundo más no a ser parte del mundo, debe tener un comportamiento diferente responsabilizándose de sus acciones, no buscando justificaciones que busquen validar comportamientos ajenos a su llamamiento.

 

Pablo escribiendo a los de Galacia les dice “porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”. Esa libertad implica que no podemos echar la culpa de lo que hagamos a factores externos ya que si somos libres nadie más que nosotros somos responsables de lo que hacemos.

 

Desde el inicio, cuando nuestros primeros padres pecaron, la naturaleza caída comenzó a funcionar y una de sus primeras acciones fue el tratar de quitarse la responsabilidad de sus actos echándole la culpa el hombre a la mujer y la mujer a la serpiente.

 

Si bien es cierto que puede haber factores externos —el Enemigo, el Mundo o la Carne— que inciden en las decisiones que tomamos, somos nosotros los que finalmente optamos por aquel camino que deseemos seguir.

 

Jacobo, el medio hermano de Jesús, en su carta, con relación a todo lo anteriormente dicho, señala “cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.

 

Como podemos ver, Jacobo no señala que la caída en las tentaciones sea responsabilidad de algo ajeno a uno mismo sino que, siendo factores que inciden en nuestra decisión, el responsable primero y último de la misma es uno.

 

Juan en su primera carta, en la misma línea de todo lo señalado hasta ahorita, indica “hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Dado  que, como ya se comentó, los elegidos hemos sido llamados a salvación viniendo a libertad, esa libertad nos ha hecho responsables de las decisiones que tomemos, es por ello que en esta cita Juan, reconociendo esa responsabilidad personal de cada uno, exhorta a que si se ha pecado se venga a arrepentimiento ante el Padre por medio de Jesucristo.

 

Pero esa libertad, haciéndonos responsable de las decisiones que tomemos, también conlleva el reconocimiento referido a cuando obramos conforme a la voluntad de Dios, sobre esto, la Palabra en Revelación nos señala “no temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.

 

En ese mismo sentido, también en Revelación se indica “que el injusto siga haciendo injusticias, que el impuro siga siendo impuro, que el justo siga practicando la justicia, y que el que es santo siga guardándose santo. He aquí, yo vengo pronto, y mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra”

 

La libertad, sobre todo la libertad real y verdadera que deviene de responder al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, conlleva de igual forma la responsabilidad de las decisiones que sobre lo que experimentemos tomemos, después de todo cuando eres libre, nadie más que tú eres el responsable de tus errores pero también de tus aciertos.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

Juan 17:15-17; 2 Tesalonicenses 3:3; Gálatas 5:13; 1 Corintios 8:9; Génesis 3:9-13; Gálatas 5:1; Santiago 1:13-15; Romanos 9:19,20; Revelación 2:10;  1 Corintios 9:25; Revelación 22:11-12; Isaías 40:10; 1 Juan 2:1; Romanos 8:34


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