Cuando
uno responde al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente
siglo debe tener muy en cuenta que esto no implica que la vida ha quedado
resuelta, al contrario, muy claramente Jesús dijo a los suyos, y en su figura a
todos nosotros, “en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo”.
De
esta forma aquellas promesas que hemos recibido, las cuales podemos señalar
como sueños, pero no en el sentido onírico sino como la meta que deseamos
alcanzar, llevan de por medio sacrificio para ello.
Sobre
esto, Pablo escribiendo a los de Corinto les dice en su primera carta “¿no
sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno
solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene;
ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible”.
Esta
presentación de ideas implica una prioridad en lo que uno desea. Existen las
metas temporales pero los elegidos vamos por la atemporales, por las metas
eternas, siendo que, en el símil que maneja Pablo, existe una lucha que debemos
estar dispuestos a dar.
Y
más aún, en su segunda carta a Timoteo le aclara “tú, pues, sufre penalidades
como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios
de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Y también el que
lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. El labrador, para participar de los frutos,
debe trabajar primero”.
En
el mismo sentido de lo dicho, quien desea algo que es de mayor valor, debe ser
capaz de hacer los sacrificios necesarios para ello incluso aunque eso implique
perder aquello que es de menos valor, y ¿qué hay de menos valor que las
promesas que se nos han dado?, pues nada menos que “la pasión de la carne, la
pasión de los ojos y la arrogancia de la vida”, ¿y por qué es de menos valor?,
pues simple y sencillamente porque “el mundo pasa, y también sus pasiones”
siendo que las metas eternas son de mayor valor pues como señala la Palabra “el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre”.
En
la misma línea de pensamiento, en el sello del testimonio, el libro de
Revelación, Jesús mismo señala “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí,
el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y
tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida”, así que no lo olvides grandes sueños implican grandes
sacrificios pero traen grandes satisfacciones.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Juan 16:33; Hechos 14:22; Romanos 8:37; 1
Corintios 9:24-25; Filipenses 3:14; Hebreos 12:1; 2 Timoteo 2:3-6; 2 Timoteo
2:9-10; 2 Corintios 1:6; 1 Juan 2:16-17; Romanos 13:14; Efesios 2:3; Revelación
2:10; Mateo 10:28; Lucas 21:12
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