martes, 26 de octubre de 2021

Trabajar en equipo no es solo que todos reman hacia una dirección sino que incluso todos construyen el barco

 


La vida cristiana, contrariamente a lo que algunos creen, no es una vida en soledad. Es cierto que cada quien responderá de sus actos ante el tribunal divino, pero eso no quiere decir que uno sea completamente apático respecto de los demás, sean del mundo como de la iglesia.

 

Si lo anterior un fuese así, respecto del mundo nuestro Señor no nos hubiera instruido diciendo “id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado” o también “que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”, y en cuanto a los miembros del Cuerpo de Cristo, Pablo de manera inspirada no los hubiera exhortado diciendo “alentaos los unos a los otros, y edificaos el uno al otro, tal como lo estáis haciendo” o también señalando “considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”.

 

Sobre esto último, después de equiparar al Cuerpo de Cristo con el cuerpo humano, Pablo cierra el discurso expositivo señalando “antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.  De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”.

 

Sobre todo lo anterior, es interesante que de los Diez Mandamientos, los primeros cuatro marcan una relación personal entre Dios y uno, pero los otros seis restantes tienen que ver con la relación de uno con los demás, de nuevo: sean del mundo o sean de la iglesia de Dios.

 

El resultado de todo esto es, en cuanto a los del mundo que respondan al llamado del Padre para venir a salvación en el presente siglo,  acrecentar la familia de Dios, y en el caso de los miembros del Cuerpo de Cristo, crecer en el conocimiento de Dios y su Hijo, como escribe Pablo a lo de Éfeso: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,  en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;  en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”, después de todo trabajar en equipo no es solo que todos reman hacia una dirección sino que incluso todos construyen el barco.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 


Referencias:

Romanos 2:6; Job 34:11; Marcos 16:15-16; Isaías 2:3; Lucas 24:47; Hechos 17:30; 1 Tesalonicenses 5:11; Judas 1:20; Hebreos 10:24-25; Romanos 15:1,2; 1 Corintios 12:22-27; 2 Corintios 1:11; Efesios 2:19-22; Filipenses 3:20; Colosenses 1:10; 2 Pedro 3:18; Efesios 2:12; Isaías 14:1


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