martes, 9 de noviembre de 2021

En la vida, carga lo que te hace mejor y deja lo que no, ¡ah!, y no olvides que al revés no funciona

 


La conciencia con la que Dios nos ha dotado, sobre todo en cuanto al andar en el Camino, tiene su ventaja pero también una desventaja. La ventaja es del lado divino, en cuanto al correcto andar, ya que si nos apartamos, si nos desviamos, la conciencia nos redarguye; la desventaja es del lado de nuestra carnalidad ya que en ocasiones esa conciencia puede ser tan quisquillosa que nada la satisfaga y constantemente nos esté recriminando.

 

Sobre esto, Pablo escribiendo a los de Roma les dice, “bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba”. Fijémonos como es que Pablo hace hincapié en que aquella condena puede provenir de uno mismo pero en lo que uno mismo aprueba, es decir, apunta a esa conciencia escrupulosa que puede sernos de tropiezo, es por eso que en la primera parte de esa misma cita señala “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios”, de esta forma no es nuestra conciencia la que debe guiarnos por sí y para sí, sino conforme a la Palabra, escrita y hecha carne, sin permitir que aquella nos ponga o nos quite respecto de la misma.

 

¿Y cómo lograr esto?, la verdad no es fácil, si lo fuera no implicara un reto para el cristiano, pero en ello tenemos primeramente al Espíritu de Dios que hemos recibido el cual nos va guiando a toda verdad, y en segundo lugar tenemos a la Palabra, tanto escrita como hecha carne, en la cual nos vamos ejercitando.

 

Sobre esto último Pablo les dice a los hebreos “pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”, de esta forma primeramente debe uno pasar del alimento líquido, las verdades de salvación, los principios doctrinales pues, a las verdades de comprensión, pero —y esto es muy importante— no quedándose meramente en la cuestión cognitiva, del entendimiento, sino pasar a la acción y poner por obra esa fe que se dice profesar.

 

Sobre esto Jacobo, el medio hermano de Jesús, es más que claro: “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.  Porque él se consideró a sí mismo, y se fue, y luego se olvidó qué tal era.  Mas el que hubiere mirado atentamente en la perfecta ley, que es la de la libertad, y perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho”.

 

Por último, y siendo reiterativo en esto, el redargüir de la conciencia es necesario para nuestra corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación, pero eso debe ser acorde a la Palabra, no a nuestros pensamientos o sentimientos, por eso Juan en su primer carta señala “amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de Dios”, así que ya lo sabes en la vida, carga lo que te hace mejor y deja lo que no, ¡ah!, y no olvides que al revés no funciona.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx



Referencias:

Romanos 14:22; Santiago 3:13; Juan 16:13; 1 Corintios 2:10-13; Hebreos 5:14; 1 Corintios 2:6; Santiago 1:22-25; Mateo 7:24-27; 1 Juan 3:21; Efesios 3:10-12


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