Cuando
escuchamos la palabra líder generalmente se viene a nuestra mente la figura de
alguien al cual siguen otras personas, pero en la historia de la humanidad,
muchos que pudiéramos considerar líderes no encajan en dicha descripción, más
sin embargo, muchas de sus acciones han trascendido moldeando nuestro presente
por lo que bien pueden considerarse líderes en el sentido de adelantarse a los
de su tiempo, de alcanzar metas que los demás no, y que sus acciones trasciendan
el tiempo y el espacio. Lo mismo pasa en la vida cristiana.
En
la vida cristiana existen dos tipos de liderazgo, uno es el del apóstol,
profeta o pastor que tiene a su cargo cierto grupo de personas, esto encajaría
con la definición primera anterior; el otro tipo de liderazgo es del resto de
la congregación, más bien de la totalidad de la congregación, donde lo que
uno hace afecta a los demás, tanto en lo
individual como en lo colectivo. Este es el que por ahorita nos interesa.
Pablo
escribiendo a Timoteo, en su primer carta le exhorta diciendo “No permitas que
nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra,
conducta, amor, fe [y] pureza”. ¿Te fijas?, el liderazgo no tiene nada que ver
con jerarquías, puestos e incluso, como se ve en la cita, con cuestiones como
la edad, tiene que ver con el ejemplo que uno dé a los demás.
Eso
del ejemplo a los demás Pablo lo aplica a su persona cuando escribe a los
Filipenses diciendo “hermanos, sed imitadores míos, y observad a los que andan
según el ejemplo que tenéis en nosotros”, en el mismo sentido escribe en su
segunda carta a los de Tesalónica cuando dice “no porque no tengamos derecho [a
ello], sino para ofrecernos como modelo a vosotros a fin de que sigáis nuestro
ejemplo”.
Pero
no solo en Pablo encontramos ese ejemplo que buscamos en un líder, los ejemplos
abundan en la Escritura, tanto de lo bueno para imitarlo como de lo malo para
rechazarlo, tal como escribe Jacobo, el medio hermano de Jesús, cuando señala
“hermanos, tomad como ejemplo de paciencia y aflicción a los profetas que hablaron
en el nombre del Señor”, o como Pablo señala en su primer carta a los de
Corinto cuando dice “estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin
de que no codiciemos lo malo, como ellos [lo] codiciaron”.
Sobre
esto del ejemplo Pablo le señala a Timoteo en su primera carta “te escribo para
que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del
Dios vivo, columna y sostén de la verdad”, al punto que si uno hace así, puede
convertirse en un líder para con los demás, como en el caso de los de Tesalónica
lo cual Pablo les reconoció cuando les señaló en su primer carta “de manera que
llegasteis a ser un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y en Acaya”.
De
esta forma, el liderazgo que nos interesa por el alcance que entre los de la
congregación tiene, es aquel que aplica a todos los creyentes, a todos los
miembros del Cuerpo de Cristo lo cuales, con su ejemplo, evidencian esa fe que
dicen profesar, después de todo un líder no necesita estar acompañado para
serlo, simplemente requiere que sus acciones trasciendan.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
1
Timoteo 4:12; Tito 2:7; Filipenses 3:17; 1 Pedro 5:3; 2 Tesalonicenses 3:9; 1
Corintios 4:16; Santiago 5:10; Mateo 5:12; 1 Corintios 10:6; Salmos 106:14,15; 1
Timoteo 3:15; 1 Corintios 10:32; 1 Tesalonicenses 1:7; 2
Corintios 9:2
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