Cuando
hablamos del camino hay que entender que nos podemos estar refiriendo a dos
caminos, uno con minúsculas, referido a la vida misma, y otro con mayúsculas
referido al llamamiento al que hemos respondido. Los dos van de la mano pero
son muy diferentes uno del otro.
Decimos
que van de la mano ya que para responder al llamamiento del Padre previamente
debimos haber nacido a esta vida, de igual forma el haber nacido a esta vida
nos permite responder a ese llamamiento, con todo y todo, y aunque ambos
caminos están relacionados son de igual forma diferentes.
El
primer camino, la vida actual, es meramente carnal y literalmente no ocupó de
nada de nuestra parte para llegar a ser. El segundo camino, la vida futura, es
eminentemente espiritual y literalmente requiere de nuestra decisión volitiva
para consumarse.
Ambos
caminos se pueden ayudar entre sí, pero de igual forma contraponerse uno al
otro. Ejemplo de lo primero nos lo da Pablo cuando escribe “con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí”; ejemplo de lo segundo cuando de igual forma señala
“porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra
la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.
El ideal es que ambos caminos estuviesen en armonía,
pero, y esto lo sabe cualquier elegido, generalmente hay contraposición en
ellos ocasionada por el Enemigo, el Mundo o la Carne, en ese sentido hay que
tener en mente el exhorto dado en su momento por Juan en su primera carta: “No
améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el
amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de
la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del
Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que
hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
En esa misma línea de pensamiento, si hay que elegir
entre el camino del mundo y el Camino del llamamiento, hay que elegir este
último, como en su momento lo dejó claro nuestro Señor cuando señaló “entren
por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que
lleva a la destrucción. Mucha gente toma ese camino. En cambio, la puerta que
lleva a la verdadera vida es muy angosta, el camino muy duro y sólo unos pocos
lo encuentran”.
Y si bien esta elección puede traer sufrimientos en la
vida actual, con Pablo podemos decir que lo que nos espera supera con creces lo
padecido: “Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son
dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”, claro está:
si es que permanecemos fieles hasta el final, como nuestro Señor lo dejó claro
en Revelación: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.
El camino de la vida carnal no lo hemos elegido, con todo
y todo éste terminará; el Camino de la vida espiritual sí lo hemos elegido,
pero de igual forma se necesita decidamos caminarlo, después de todo tal vez tu
no escojas el camino, pero si puedes elegir caminarlo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Gálatas 2:20; Romanos 6:6; Gálatas 5:17; Romanos
7:15; 1 Juan 2:16; 1 Pedro 2:11; Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17; Revelación
2:10; 1 Corintios 9:25
No hay comentarios:
Publicar un comentario