martes, 13 de julio de 2021

La mitad de la batalla está ganada si sales a pelear con actitud triunfadora

 


Los elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo sabemos existen tres tipos de verdades en la iglesia de Dios: las verdades de salvación, las verdades de comprensión y las verdades de motivación.

 

Las verdades de salvación son los principios doctrinales, aquello que la Escritura menciona como alimento líquido, es decir, aquello indispensable para poder iniciar el andar por el Camino;  las verdades de comprensión son aquellas que contempla la Palabra y que permiten entender todo el plan de salvación sin que sean definitivas ni definitorias para salvarse sino solo para entender las verdades subyacentes en la Escritura que por cierto se refiere a estas como aquel alimento sólido; las verdades de motivación son aquellas que se necesitan para avanzar en el Camino, para andar en pos de las promesas que se nos han hecho, para revitalizar nuestro ánimo y estimularnos para la dar la buena batalla.

 

Sobre estas últimas, a saber: las verdades de motivación, Pablo escribiendo a los hebreos les dice: “Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió; y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”.

 

Dicha exhortación contiene tres ideas medulares. La primera es sobre mantener firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar. Esto es más que lógico y evidente pues tiene que ver con las verdades de salvación las cuales son las que nos habilitan para cumplir con el resto referido al llamamiento al que hemos respondido.

 

La segunda idea tiene que ver con el estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, lo cual tiene su referente específico con las verdades de motivación ya mencionadas y que implican tanto el amor como las obras, el creer como el hacer, la relación con Dios y la relación con los demás.

 

La tercer y última idea tiene que ver con no dejar de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, lo cual implica esa comunión necesaria en el Cuerpo de Cristo donde todos los miembros somos uno y donde todos necesitamos de todos máxime en lo referido a las verdades de motivación, es decir, a la estimulación unos a otros al amor y las buenas obras lo cual es más que evidente cuando esa misma frase indica la necesidad de exhortarnos unos a otros, es decir, motivarnos unos a otros.

 

La Escritura señala que “el corazón alegre constituye buen remedio; más el espíritu triste seca los huesos”, con todo y todo, el andar por el Camino puede volverse tan pesado que el buen ánimo nos abandone, es ahí donde la motivación, el estímulo que unos a otros nos demos puede marcar la diferencia entre alcanzar las promesas o no, después de todo la mitad de la batalla está ganada si sales a pelear con actitud triunfadora.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx


 

Referencias:

Hebreos 5:12; 1 Corintios 3:2; Hebreos 5:14; Efesios 4:13; 1 Timoteo 6:12; 2 Timoteo 4:7-8; Hebreos 10:23-25; 2 Corintios 9:13


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