Los
elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación
en el presente siglo sabemos existen tres tipos de verdades en la iglesia de
Dios: las verdades de salvación, las verdades de comprensión y las verdades de
motivación.
Las
verdades de salvación son los principios doctrinales, aquello que la Escritura
menciona como alimento líquido, es decir, aquello indispensable para poder
iniciar el andar por el Camino; las
verdades de comprensión son aquellas que contempla la Palabra y que permiten
entender todo el plan de salvación sin que sean definitivas ni definitorias
para salvarse sino solo para entender las verdades subyacentes en la Escritura
que por cierto se refiere a estas como aquel alimento sólido; las verdades de
motivación son aquellas que se necesitan para avanzar en el Camino, para andar
en pos de las promesas que se nos han hecho, para revitalizar nuestro ánimo y
estimularnos para la dar la buena batalla.
Sobre
estas últimas, a saber: las verdades de motivación, Pablo escribiendo a los
hebreos les dice: “Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin
vacilar, porque fiel es el que prometió; y consideremos cómo estimularnos unos
a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos
tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que
el día se acerca”.
Dicha
exhortación contiene tres ideas medulares. La primera es sobre mantener firme
la profesión de nuestra esperanza sin vacilar. Esto es más que lógico y
evidente pues tiene que ver con las verdades de salvación las cuales son las
que nos habilitan para cumplir con el resto referido al llamamiento al que
hemos respondido.
La
segunda idea tiene que ver con el estimularnos unos a otros al amor y a las
buenas obras, lo cual tiene su referente específico con las verdades de
motivación ya mencionadas y que implican tanto el amor como las obras, el creer
como el hacer, la relación con Dios y la relación con los demás.
La
tercer y última idea tiene que ver con no dejar de congregarnos, como algunos
tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, lo cual implica esa
comunión necesaria en el Cuerpo de Cristo donde todos los miembros somos uno y
donde todos necesitamos de todos máxime en lo referido a las verdades de
motivación, es decir, a la estimulación unos a otros al amor y las buenas obras
lo cual es más que evidente cuando esa misma frase indica la necesidad de
exhortarnos unos a otros, es decir, motivarnos unos a otros.
La
Escritura señala que “el corazón alegre constituye buen remedio; más el espíritu
triste seca los huesos”, con todo y todo, el andar por el Camino puede volverse
tan pesado que el buen ánimo nos abandone, es ahí donde la motivación, el
estímulo que unos a otros nos demos puede marcar la diferencia entre alcanzar las
promesas o no, después de todo la mitad de la batalla está ganada si sales a
pelear con actitud triunfadora.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Hebreos
5:12; 1 Corintios 3:2; Hebreos 5:14; Efesios 4:13; 1 Timoteo 6:12; 2 Timoteo
4:7-8; Hebreos 10:23-25; 2 Corintios 9:13
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