Venir
a salvación no es como el náufrago que llega a una isla paradisiaca donde puede
vivir sin mayores problemas, al contrario, es como iniciar una batalla que
durará toda la vida, de hecho tan es así que Pablo recomienda vestirnos con la
armadura de Dios: ceñidos los lomos con la verdad, vestidos con la coraza de
justicia, calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz, tomando el
escudo de la fe, el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios.
Esta
batalla constantemente nos enfrenta a lo que el Enemigo, el Mundo o la Carne
ponen frente a nosotros, de ahí la importancia de desarrollar el carácter
necesario para hacer lo correcto aunque en muchas ocasiones no sea lo
conveniente desde el punto de vista del presente siglo.
Quienes
no tienen esto en mente pueden catalogarse como aquellas personas relatadas en
la parábola del sembrador que u oyendo la Palabra no la entienden viniendo el
Enemigo y arrebatándola del corazón, o al momento la reciben con gozo pero al
no tener raíz en sí es de corta duración y al venir la aflicción o la
persecución por causa de la palabra se tropieza, o que el afán de este siglo y
el engaño de las riquezas ahogan la palabra y la hacen infructuosa.
Cristo
nos previno de quien quisiera seguirle enfrentaría persecución, rechazo,
tribulación, luego entonces lo conveniente, desde el punto de vista del
presente siglo, sería amoldarse al Enemigo, al Mundo o a la Carne para no
padecer aquello, más sin embargo, sobre esto, Pablo exhorta a los de Roma diciendo
“no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”.
Lo
anterior resumirse en la respuesta que dieron Pedro y Juan a los dirigentes
religiosos que les impelían a que dejase de proclamar el Evangelio: “Respondiendo
Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres”, ¿y cuál fue el resultado de esta actitud?, “…llamando a los
apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de
Jesús…”. Sin duda hubiera sido más conveniente, a los ojos del presente siglo,
hacer lo que aquellos dirigentes decía, pero como escribió Pablo en su momento
a los de Galacia: “Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios?, ¿o
me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de
agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo”.
Todo
esto está en consonancia con lo dicho en su momento por Jesús cuando declaró “nadie
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se
apegará a uno y despreciará al otro”, así que en el andar por el Camino no
olvides que hacer lo correcto, aunque a veces no sea lo conveniente, requiere
de carácter.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Efesios
6:14-17; Mateo 13:19-23; Santiago 1:22-27; Mateo 24:9-13; Romanos 12:2; 1 Pedro
1:14-15; Hechos 5:29, 40; Gálatas 1:10; Efesios 6:6; Mateo 6:24; 1
Reyes 18:21; Josué 24:15,19,20; Santiago 4:4
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