martes, 8 de junio de 2021

Luchar con carácter, por un ideal y con valores te convierte en un guerrero

 


Pablo, escribiendo a los de Éfeso,  con las palabras que han sido encuadradas como aquello que se conoce como la armadura de Dios, les dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.  Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.  Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,  y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.  Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.  Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;  orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

 

De esta forma es más que claro que como creyentes estamos en una lucha, lucha en la que desempeñamos el papel de guerreros, siendo necesario lo anterior para luchar la buena batalla.

 

Pablo confirma esto cuando en la misma cita anterior señala “porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.

 

En esta misma línea de pensamiento Pablo, en su primer carta a Timoteo, le exhorta diciendo “pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos”.

 

Pero no solo él exhorta a los demás a que peleen la buena batalla  sino que él mismo se reconoce como parte de esa lucha. En su segunda carta a Timoteo señala “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.  Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.

 

Estas dos últimas citas tienen un referente que permite entender la profundidad de las mismas. La primera hace referencia a “la buena batalla de la fe”, la segunda, señala “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”, de esta forma la base de esta guerra espiritual se fundamenta en la fe que profesamos.

 

Esto es más que evidente pues uno actúa como uno piensa, siendo que si nuestro pensamiento es moldeado por la verdad nuestro actuar será acorde a la misma, como también dice Pablo a los de Éfeso cuando los exhorta a no ser como “niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error”.

 

De esta forma el crecer en el conocimiento de Dios y Su Hijo se debe dar sobre el fundamento de la doctrina de la iglesia de Dios, columna y fundamento de la verdad “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, sabiendo que el luchar con carácter, por un ideal y con valores te convierte en un guerrero.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 


Referencias:

Efesios 6:10-18; 1 Timoteo 6:12; 1 Corintios 9:25; 2 Timoteo 4:7-8; Filipenses 3:12; Efesios 4:14; Hebreos 13:9; Colosenses 1:10; Colosenses 2:6; 2 Pedro 3:18; Colosenses 2:6; 1 Timoteo 3:15; 1 Pedro 2:5; Efesios 4:13; 1 Corintios 14:20


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