lunes, 26 de abril de 2021

Cada paso que imprimes en tu vida te cambia a ti... y al camino que recorres



La vida cristiana no consiste solo en creer sino también en hacer. Claramente Jesús les dijo en su momento a los de su tiempo, y en su figura a todos aquellos que le oyesen, “¿por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” y todavía para aclarar más el asunto señaló “no todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: más el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.

 

La salvación no es algo que ganamos con nuestras obras sino algo que nos es dado cuando aceptamos el sacrificio redentor de Jesús, como dice Pablo escribiendo a los de Éfeso “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.

 

De esta forma, una vez salvos, lo que se espera de los elegidos que han respondido al llamamiento del Padre es que actúen en consecuencia, es decir, que sus obras demuestren esa fe que dicen profesar, como dice Jacobo, el medio hermano de Jesús en su carta, “hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?  Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,  y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?  Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.

 

Ahora bien, esto de poner por obra esa fe que si dice profesar lleva dos vertientes, una que tiene que ver con el efecto que esto tiene en el creyente, la otra el efecto que aquello tiene en el mundo.

 

En cuanto al efecto que en el creyente tienen las obras que se realizan como parte de la fe que se dice profesar está el ir desarrollando en nosotros el carácter perfecto y santo de Cristo, imagen del Dios invisible,        como dice Pablo escribiendo a los de Éfeso, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

 

Ahora bien, en cuanto al efecto que en el mundo  tienen las obras que el creyente realiza como parte de la fe que se dice profesar está el servir para que el mismo vea la gloria del Padre, como dijo Jesús en su momento, “así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

 

De esta forma, el avanzar decididamente por el Camino implica creer pero también hacer, siendo que cada paso que de esta forma se dé al andar desarrollará en nosotros el carácter perfecto y santo de nuestro Padre Dios y de igual forma al mundo le hablará de Su gloria, después de todo cada paso que imprimes en tu vida te cambia a ti... y al camino que recorres.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

Lucas 6:46; Santiago 1:22; Efesios 2:8-9; Romanos 3:24; Mateo 5:48; Levítico 19:2; 1 Pedro 1:16; Levítico 19:2; Efesios 4:13; Gálatas 4:19; Mateo 5:16; Juan 15:8 


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