martes, 9 de marzo de 2021

Superar un reto te capacita para, por un lado, esperar un reto mayor, y por otro, ayudar a otros a superarlo

 


La cuestión de los tropiezos, la caídas que en nuestro andar por el Camino experimentamos es algo complejo de entender y difícil de aceptar.

 

Al venir a salvación respondiendo al llamado del Padre, uno puede tener la idea de que a partir de ahí todo irá, como se dice coloquialmente, como miel sobre hojuelas y que las batallas que contra el Enemigo, el Mundo o la Carne enfrentemos serán ganadas fácil y a la primera, después de todo tenemos el Espíritu de Dios, ¿por qué habría ser de otra forma?

 

Más sin embargo, ¿cuál es la realidad?, tropiezos y caídas en nuestro andar. ¿Cómo entender esto?, ¿cómo aceptarlo?

 

Entendamos una cosa, al nacer del agua, es decir, al ser bautizados, hemos nacido de nuevo, y ¿cuál es la condición de un recién nacido?, así es: alguien que apenas inicia una nueva vida debiendo crecer, fortalecerse, madurar, ¿y cuál es el mayor indicativo de aquello que le hace falta para alcanzar esto último?, exacto: las cosas que aún no puede hacer.

 

Cuando un niño da sus primeros pasos se tropieza, señal de que le falta mejorar en eso; cuando un niño quiere expresarse pero no sabe escribir, señal de que necesita aprender eso; cuando un niño quiere vestirse solo y no puede, señal que necesita ser instruido en ello.

 

De igual forma el cristiano, ante cada tropiezo, cada caída que experimenta, en vez de pensar que no es digno del llamamiento al que respondió, más bien debe verlo como un área de oportunidad para crecer, para fortalecerse, para madurar.

 

Esto es expresado por Pablo cuando señala que ese crecimiento, ese fortalecimiento, esa maduración, se va dando en nuestra vida “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, ¿te fijas?, “hasta que todos lleguemos a […] la estatura de la plenitud de Cristo”, eso quiere decir, que de inicio no tenemos esta estatura pero que es factible alcanzarla, ¿y mientras tanto?, pues tendremos tropiezos, tendremos caídas, que nos señalaran aquellas áreas que debemos seguir trabajando con la ayuda del Espíritu de Dios.

 

Pero ahí no termina esto ya que la idea del crecimiento entre los miembros del Cuerpo de Cristo implica que aquellos que en el Camino llevan la delantera deben ayudar a los que inician apenas el andar, como dice Pablo escribiendo a los hebreos, estimulándonos “unos a otros al amor y a las buenas obras”, y a este respecto, escribiendo a los de Roma, señalando que “los que [son] fuertes, [deben] sobrellevar las flaquezas de los débiles”.

 

Venir a salvación no es llegar a una meta sino iniciar un andar que nos llevara a las promesas del Padre, ese andar nos irá señalando, con los tropiezos y caídas que experimentemos, aquellas áreas que debemos seguir trabajando, de igual forma, el crecimiento, el fortalecimiento, la madurez que vayamos adquiriendo nos irán capacitando para ayudar a los detrás de nosotros van de igual forma hacia lo prometido, después de todo superar un reto te capacita para, por un lado, esperar un reto mayor, y por otro, ayudar a otros a superarlo.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx



Referencias:

Juan 3:5; Ezequiel 36:26; Efesios 5:26; 1 Corintios 14:20; Efesios 4:13; Gálatas 4:19; Hebreos 10:24; 1 Corintios 10:33; Gálatas 6:1; Romanos 15:1; 1 Tesalonicenses 5:14; Efesios 6:10


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