martes, 16 de marzo de 2021

Solo se está derrotado cuando se decide dejar de luchar

 


La vida cristiana, contrariamente a lo que algunos pudieran creer, no es un remanso de tranquilidad sino está llena de  inquietud, sobre esto, Jesús mismo dijo a sus seguidores “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”.

 

Lo anterior hay que tenerlo muy en mente pues si uno viene a la vida cristiana con una idea de la misma que no corresponde a la realidad, bien puede decepcionarse a la primera de cambios y terminar por enfriarse.

 

Pablo escribiendo a los de Roma les señala la lucha constante que el llamamiento implica cuando les dice “no te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien”, y dado que el mal es algo que impera en el mundo es más que evidente que dicha lucha no tendrá fin sino hasta que nuestro Señor regrese.

 

Ahora bien, ¿cómo lograr lo anterior?, es decir, ¿cómo no desanimarse a las primeras de cambio en la vida cristiana? En su primer carta Pedro da un consejo de extrema practicidad: “Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.”

 

En la primera parte de su exhortación, ¿a qué se refiere Pedro con eso del  dominio propio? La referencia clara es a tener bajo nuestro control las pasiones desordenadas de la carne. Sobre esto, Pablo escribiendo a los de Colosas les dice “Amortiguad [otras versiones dicen “mortificad” o “haced morir”], pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia, molicie, mala concupiscencia, y avaricia, que es idolatría: cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia”.

 

Pero la exhortación de Pedro tiene otra arista relacionada con el mantenerse alerta ya que nuestro Enemigo busca a quien devorar. Este mantenerse alerta señala al Enemigo en sí, pero también al Mundo y a la Carne, como señalaba Juan en su primera carta “porque todo lo que hay en el mundo, es decir, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”. Pero en cuanto a ese estar alerta, dicho exhorto lleva implícita la necesidad de una vida espiritual, vida espiritual que Jesús dejó muy clara cuando señaló “velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.

 

Pero todo lo anterior no tendría sentido si en algún punto del Camino, como se dice popularmente, tiramos la toalla y desistimos de seguir avanzando a las promesas que se nos han dado. Esto lo dejó muy claro nuestro Señor cuando en Revelación señala “no temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” y cuando en ese mismo libro dice “he aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.”

 

La vida cristiana es una lucha constante, pero como escribió Pablo a los de Roma, “tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, después de todo solo se está derrotado cuando se decide dejar de luchar.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx



Referencias:

Juan 16:33; Hechos 14:22; 2 Corintios 2:14; Romanos 12:21; Proverbios 16:32; 1 Pedro 3:9; Colosenses 3:5-7; Marcos 7:21; Romanos 6:13; 1 Juan 2:16; Romanos 13:14; Gálatas 5:17,24; Mateo 26:41; Marcos 14:38; Lucas 21:36; Revelación 2:10; 3:11; Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17; 1 Pedro 4:13


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