En
la vida cristiana, el compañerismo, la fraternidad que al interior de la
congregación, como parte del Cuerpo de Cristo, se dé, es algo no solo deseable
sino incluso necesario. Sobre esto, Pablo escribiendo nos insta diciendo “antes
exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que
ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado … [considerando] …cómo
estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras”, de igual forma Judas
en su carta señala “pero vosotros, amados, edificándoos en vuestra santísima
fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando
ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”.
Pero
ese compañerismo, esa fraternidad, no deben confundirse con desidia o
negligencia ya que el llamamiento, y la respuesta a éste, es personal e
individualísima; en el mismo sentido, la exigencia de resultados que a cada
quien se le pedirá, y por la que habrá reconocimiento o condena, será propia y
particular, como dice nuestro Señor en el libro de Revelación: “y he aquí, yo
vengo presto, y mi galardón está conmigo, para recompensar a cada uno según
fuere su obra”.
En
su carta a los Romanos, Pablo diserta sobre aquellos que andando
desordenadamente quieren comer el pan de balde diciendo “si alguno no quiere
trabajar, tampoco coma” y sobre aquellos que pensaban en otro sentido Pablo les
insta diciendo “a los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo,
que trabajando sosegadamente, coman su propio pan”.
Esta
cita tiene un entendimiento natural donde cada miembro del Cuerpo de Cristo
debe trabajar para conseguir aquello que supla sus necesidades materiales, pero
de igual forma contiene comprensión espiritual pues implica ese esfuerzo
requerido para andar por el Camino.
El
pan en la Escritura, aparte de la connotación natural del término, tiene un
significado espiritual que apunta, por un lado, a la Palabra escrita, “más él
respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con
toda palabra que sale por la boca de Dios”, y por otro lado a la Palabra hecha
carne, “Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá
hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed”, de esta forma, el trabajar para
comer el propio pan, como exhortaba Pablo, también tiene un referente espiritual
referido a ese crecer en el conocimiento de Dios y Su hijo.
Estar
en la Congregación solo recibiendo, por muy loable que sea para la propia
edificación, no cumple el requerimiento esperado de todo hijo de Dios de
trabajar por su cuenta, de aplicar el propi esfuerzo en crecer en ese
conocimiento de Dios y Su Hijo, ¿cómo?, estudiando por cuenta propia, orando y
meditando a horas y deshoras, no nomás estar esperando para lo que en la
Congregación, quienes enseñan, tengan que compartir, sino analizando,
indagando, escudriñando, pidiendo a Dios Su luz para entender las verdades que
Él quiera revelar, como nuestro Señor aconsejó en su momento “pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”, lo cual, por cierto,
también tiene esa connotación espiritual referida al conocimiento, al
entendimiento, a la comprensión de las verdades divinas.
Andar por el Camino no debe confundirse con ser parte de la Congregación, ¡se puede ser parte y estar estáticos!, andar por el Camino requiere de esfuerzo personal para crecer en el conocimiento de Dios y Su Hijo, después de todo en la vida, los demás te podrán acompañar, pero eres tu quien debe caminar.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Hebreos 3:13; 10:24; Judas 1:20-21; Colosenses
2:7; Revelación 22:12; Romanos 2:6; 2 Tesalonicenses 3:6-15; Mateo 4:4; Lucas
4:4; Juan 6:35; 1 Corintios 10:16-18; Juan 17:3; 2 Corintios 4:6; Mateo 7:7;
Jeremías
29:13