Cuando
el elegido lee en la Palabra la pregunta reflexiva “¿qué aprovechará al hombre,
si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre
por su alma?”, puede dar por hecho de que uno no se encuentra en esa situación,
pero de igual forma debe considerarse la Escritura cuando dice “el que piensa
estar firme, mire que no caiga”.
En
primer lugar hay que entender que hay mundo y mundo en la Palabra, un mundo en
la Palabra se refiere a aquello negativo que está relacionado con el presente
siglo: “Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de
los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”,
otro mundo se refiere a toda la humanidad, tan valiosa para el Padre que mando
a Su Hijo para redención de ella: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna”. En el caso de la cita inicial, dado que menciona mundo
en el contexto de ganarlo perdiendo el alma se infiere que el sentido de la
palabra es aquel dicho primeramente, es decir, el que tiene connotaciones
negativas.
Con
todo y todo hay que tener cuidado porque algunos ajenos a la verdad,
malinterpretando la cita inicial, se han apartado del mundo para vivir una vida
de ostracismo, sin considerar que nuestro propio Señor pidió al Padre diciendo
“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”, de igual
forma Pablo, haciendo eco de esto señalaba a los de Corinto diciendo “Os he
escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este
mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal
caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con
ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o
maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis”.
Pero
entonces, ¿de qué debe cuidarse el elegido que ha respondido al llamamiento del
Padre para venir a salvación en el presente siglo?, la Palabra claramente lo
señala al indicar hacia “la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la
arrogancia de la vida”.
¿Y
cómo saber si algo va en la línea de aquello señalado?, la Escritura dice que “por
sus frutos los conoceréis” , ¿y cuáles son los frutos de la pasión
de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida?, “adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y
cosas semejantes a estas”; siendo que si algo tiene inclinación a esto,
entonces pertenece a aquello que aunque nos produzca gozo, placer o
satisfacción, pertenece a ese mundo que pasa en contraposición con aquellos que
haciendo la voluntad de Dios permanecen.
Los
hijos de Dios no hemos sido llamados para ser vasos de ira sino para obtener
salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, así que hay que estar muy
atentos, vigilantes, velando, después de todo tú decides: O conquistas al mundo o el mundo te conquista
a ti.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo
16:26; Marcos 8:36; 1 Corintios 10:12; 2 Pedro 3:17; 1 Juan 2:16; Efesios 2:3; Juan
3:16; Romanos 5:8; Juan 17:15; 1 Corintios 5:9-11; 2 Tesalonicenses 3:6; 1 Juan
2:16; Efesios 2:3; Mateo 7:20; Lucas 6:44; Gálatas 5:19-21; 1 Corintios 6:9-10;
1 Juan 2:17; 1 Corintios 7:31; 1 Tesalonicenses 5:9; 2 Tesalonicenses 2:13
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