miércoles, 24 de junio de 2020

A veces la vida podrá no ser lo que uno espera, pero siempre será lo que uno necesita



Seamos honestos, ¿te sientes conforme con tu vida? El ser humano es por naturaleza inconforme, siempre siente que algo le hace falta, mientras que Dios no cambia nosotros estamos en constante cambio señal de que no solo estamos incompletos sino que somos imperfectos.

Fíjate como Pablo se expresaba de algo que en él no le complacía: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;  respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.  Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.

De nuevo: ¿Te sientes inconforme con tu vida?, no estás sólo, mira a Pablo, es más, mira a tus hermanos y hermanas en la fe y te verás en un espejo donde la inconformidad es algo con lo que se convive diariamente, pero entonces ¿qué es lo que está pasando?, ¿por qué esta inconformidad?, ¿por qué la vida no es lo que queremos, mucho menos lo que esperamos?

Jeremías presenta algo que bien puede servir para comprensión, esto en la figura del alfarero y la vasija de barro: “Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, diciendo: Levántate y desciende a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Entonces descendí a casa del alfarero, y he aquí, estaba allí haciendo un trabajo sobre la rueda. Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla. Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo:  ¿No puedo yo hacer con vosotros, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? —declara el Señor. He aquí, como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel”.

En efecto, la vida actual es un caminar hacia las promesas recibidas pero en ese caminar todavía pesa nuestra carnalidad, carnalidad que por su propia naturaleza desea entender, y pero aún: en ocasiones hasta guiar, el proceso que en nuestra vida Dios está haciendo, pero, como señala Isaías y que sirve de colofón al relato anterior del alfarero y la  vasija de barro: ¡Ay del que contiende con su Hacedor, el tiesto entre los tiestos de tierra! ¿Dirá el barro al alfarero: ``Qué haces?”, de igual forma Pablo escribiendo a los de Roma al respecto les dice “Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios? Porque ¿quién resiste a su voluntad? Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así? ¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honorable y otro para uso ordinario?”.

El caminar hacia las promesas no está exento de dudas, de temores, de frustraciones, tanto por las tribulaciones y tentaciones que se experimenten como por no entender lo que está sucediendo en este momento, en ese entendido, aunque no se comprenda a cabalidad lo que en nuestra vida sucede en este momento, la esperanza depositada en Aquel que nos ha llamado debe servir para que Él desarrolle en nosotros Su gloriosa obra conforme lo pensó para cada uno desde la eternidad, después de todo a veces la vida podrá no ser lo que uno espera, pero siempre será lo que uno necesita.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor


Referencias:
Malaquías 3:6; Salmos 102:27; Santiago 1:17; 2 Corintios 12:7-9; Jeremías 18:1-6; Isaías 45:9; Job 9:12; Proverbios 21:30; Romanos 9:19-21; Isaías 10:15; 2 Timoteo 2:20

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