Seamos
honestos, ¿te sientes conforme con tu vida? El ser humano es por naturaleza
inconforme, siempre siente que algo le hace falta, mientras que Dios no cambia nosotros
estamos en constante cambio señal de que no solo estamos incompletos sino que
somos imperfectos.
Fíjate
como Pablo se expresaba de algo que en él no le complacía: “Y para que la
grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un
aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera; respecto a lo
cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi
poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más
bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.
De
nuevo: ¿Te sientes inconforme con tu vida?, no estás sólo, mira a Pablo, es
más, mira a tus hermanos y hermanas en la fe y te verás en un espejo donde la
inconformidad es algo con lo que se convive diariamente, pero entonces ¿qué es
lo que está pasando?, ¿por qué esta inconformidad?, ¿por qué la vida no es lo
que queremos, mucho menos lo que esperamos?
Jeremías
presenta algo que bien puede servir para comprensión, esto en la figura del
alfarero y la vasija de barro: “Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor,
diciendo: Levántate y desciende a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis
palabras. Entonces descendí a casa del alfarero, y he aquí, estaba allí
haciendo un trabajo sobre la rueda. Y la vasija de barro que estaba haciendo se
echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra
vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla. Entonces vino a mí la palabra
del Señor, diciendo: ¿No puedo yo hacer
con vosotros, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? —declara el
Señor. He aquí, como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mi
mano, casa de Israel”.
En
efecto, la vida actual es un caminar hacia las promesas recibidas pero en ese
caminar todavía pesa nuestra carnalidad, carnalidad que por su propia
naturaleza desea entender, y pero aún: en ocasiones hasta guiar, el proceso que
en nuestra vida Dios está haciendo, pero, como señala Isaías y que sirve de
colofón al relato anterior del alfarero y la
vasija de barro: ¡Ay del que contiende con su Hacedor, el tiesto entre
los tiestos de tierra! ¿Dirá el barro al alfarero: ``Qué haces?”, de igual
forma Pablo escribiendo a los de Roma al respecto les dice “Me dirás entonces:
¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios? Porque ¿quién resiste a su voluntad? Al
contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el
objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así? ¿O no tiene el
alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso
honorable y otro para uso ordinario?”.
El
caminar hacia las promesas no está exento de dudas, de temores, de
frustraciones, tanto por las tribulaciones y tentaciones que se experimenten
como por no entender lo que está sucediendo en este momento, en ese entendido,
aunque no se comprenda a cabalidad lo que en nuestra vida sucede en este
momento, la esperanza depositada en Aquel que nos ha llamado debe servir para
que Él desarrolle en nosotros Su gloriosa obra conforme lo pensó para cada uno
desde la eternidad, después de todo a veces la vida podrá no ser lo que uno espera, pero siempre será lo que uno
necesita.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Malaquías
3:6; Salmos 102:27; Santiago 1:17; 2 Corintios 12:7-9; Jeremías 18:1-6; Isaías
45:9; Job 9:12; Proverbios 21:30; Romanos 9:19-21; Isaías 10:15; 2 Timoteo 2:20
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