martes, 7 de abril de 2020

Aunque no tengas motivos, agradece cada día; inténtalo y al rato tendrás motivos de sobra



La vida cristiana no es, como algunas iglesias, denominaciones o congregaciones ajenas a la verdad la presentan, algo apacible, tranquilo, próspero o gozoso, sino que conlleva en muchas ocasiones desasosiego, intranquilidad, desventura o tristeza.

Jesús mismo advirtió a sus seguidores “un siervo no es mayor que su señor. Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros”, y para mayor claridad señaló proféticamente “os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre”; de igual forma Pablo en su segunda carta a Timoteo le refrenda que “todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padecerán persecución”, de igual forma Pedro en su primer carta señala que “esto halla gracia, si por causa de la conciencia ante Dios, alguno sobrelleva penalidades sufriendo injustamente. Pues ¿qué mérito hay, si cuando pecáis y sois tratados con severidad lo soportáis con paciencia? Pero si cuando hacéis lo bueno sufrís por ello y lo soportáis con paciencia, esto halla gracia con Dios”.

Con todo y a pesar de esta realidad la Escritura señala que aún en medio de la tribulación los elegidos tienen motivos más que suficientes para estar gozosos. Jesús, en lo que se conoce como el Sermón del Monte señalo “dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece”, y Pablo escribiendo a los de Roma les hace ver que “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, ya que como escribe él mismo a los de Roma incluso las pruebas de los elegidos obran conforme a la voluntad del Padre pues “sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”, y que al final, cuando el plan divino sea consumado “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.

Con esto en mente el creyente bien puede estar gozoso en medio de las pruebas que padezca pues, como escribe Jacobo, el hermano de Jesús, “tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada”, y Pedro en su primer carta se expresa en el mismo sentido al decir “no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo; antes bien, en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría”.

Con todo esto, ¿qué nos queda?, agradecer de todo lo que vivamos pues, si creemos en Dios y su magnificencia, seguro debemos estar que todo obra conforma a Su voluntad, para Su mayor gloria, para nuestra edificación, como proféticamente escribió Jeremías, “a fin de darles un futuro lleno de esperanza”, así que ya lo sabes aunque no tengas motivos, agradece cada día; inténtalo y al rato tendrás motivos de sobra.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
Juan 15:20; Hechos 14:22; 2 Timoteo 3:12; 2 Corintios 4:9; 1 Pedro 2:19-20; 2 Timoteo 1:12; Mateo 5:10; Isaías 66:5; Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17; Romanos 8:28; 2 Tesalonicenses 1:5-7; Revelación 21:4; Isaías 25:8; Jeremías 31:12; Santiago 1:2-4; Romanos 5:3; 1 Pedro 4:12-13; Daniel 11:35; Jeremías 29:11; Isaías 55:12


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