martes, 28 de abril de 2020

Ante lo corto de la vida tienes dos posibilidades: aprovecharla o desperdiciarla, tú decides



Cuando uno no tiene mayores referencias para algo que está viviendo, esto puede parecerle eterno. Piensa la primera vez que fuiste al dentista. Cada segundo de la consulta te parecía interminable. Cuando pensabas que ya todo iba a terminar te encontrabas con que el dentista volvía a trabajar en tus dientes haciendo ese momento interminable.

Nuestra vida natural es igual. Dado que no tenemos otra experiencia contra la que comparar, ésta nos puede parecer interminable, eterna. Pero ¿qué nos dice la Escritura? David reflexionando sobre esto escribió que “el hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa”, de igual forma reflexionando sobre esto mismo señalo “he aquí, tú has hecho mis días muy breves, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es sólo un soplo”.

Con todo y todo, dado que nuestra vida puede parecernos muy larga, casi interminable, el mayor riesgo que se corre es desperdiciar el corto tiempo que se nos ha asignado. Contrariamente a esto la Escritura nos exhorta a aprovechar este breve interludio consciente del que se nos ha dotado. Pablo escribiendo a los de Colosas, y en su figura a los cristianos de todos los tiempos, les exhortaba diciendo “andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo”, en el mismo sentido escribiendo a los de Éfeso, y en su figura a los que a lo largo de los siglos creerían en Jesús, les estimulaba a andar  “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.”

¿Y en qué deberíamos estar ocupados? Salomón, reflexionando al igual que su padre sobre la existencia humana, escribió “todo este discurso termina en lo siguiente: Teme a Dios, y cumple sus mandamientos. Eso es el todo del hombre”. Recordemos que se nos han dado talentos y que al regreso de nuestro Señor se nos pedirán cuentas de cómo los hemos usado siendo que ahí no habrá argumento que valga por si desperdiciamos el tiempo que se nos asignó.

Con todo y todo, ¿cómo podemos a nuestra existencia darle ese carácter imperativo de la levedad de que la misma está dotada? David en uno de sus salmos señala una sugerencia que al respecto nos puede ser de mucha utilidad: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Así es, la reflexión que sobre nuestra vida mayormente puede beneficiarnos es aquella que cae en la conciencia de lo poco que ésta dura, sobre todo si se compara de cara a la eternidad a la que estamos llamados.

Pero independientemente de esto, un hecho es que lo pesado que la misma vida tiene puede hacer que ésta nos parezca excesivamente tediosa y por lo tanto interminable, ¿qué hacer?, recordar lo que Pablo escribiendo a los Roma, y en su persona a todos los creyentes de todos los tiempos, les decía cuando señalaba “considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”, así que ya lo sabes ante lo corto de la vida tienes dos posibilidades: aprovecharla o desperdiciarla, tú decides.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
Salmos 144:4; Job 8:9; Eclesiastés 12:13; 1 Samuel 12:24; Colosenses 4:5; Santiago 3:13,17; Efesios 5:16; Romanos 13:11; Mateo 25:14-30; Salmo 90:12; Juan 9:4; Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17

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