martes, 24 de marzo de 2020

En el camino a la excelencia dos cosas debes cuidar: creerte más que los demás y que los demás hagan creerte menos



El hecho de haber respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo no implica que nuestra naturaleza haya cambiado sino que está en proceso de conformarse a la imagen de Cristo, esto implica que cuestiones relacionadas con nuestro ego siguen presente en nosotros, cuestiones que si no las sabemos manejar pueden afectar nuestra edificación.

Entre estas cuestiones tal vez la más significativa sea aquella donde podemos llegar a considerarnos más que los demás o bien dejar que los demás nos hagan sentir menos.

La primera curiosamente deviene del mismo llamamiento al que hemos respondido ya que al considerarnos salvos, mientras que los demás no lo son, podemos a llegar a creer que somos más o mejores, pero la realidad es que el llamamiento que el Padre nos hizo nada tuvo que ver con nosotros, con lo que somos o tenemos, sino que vino de manera gratuita por Su pura misericordia y eterno amor.

Por el contrario, el haber respondido al llamado del Padre genera en nosotros una obligación de ir a todo el mundo proclamando el Evangelio para que aquel que responda de igual forma sea salvo ya que, como dice la Escritura “¿cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?  ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”, ¿o habrá alguna acción nuestra que pueda reflejar mayor caridad hacia los demás a saber poner a disposición de todos la vida eterna que el Padre nos ofrece por medio de Su Hijo Jesucristo?, no lo creo.

La otra cuestión que se debe cuidar, como se mencionó, es dejar que los demás nos hagan sentir menos. Esto porque aquella vida que hemos elegido vivir en obediencia al Padre puede dar como consecuencia señalamientos, juicios, e incluso tribulación por parte del mundo, pero la Palabra claramente nos dice “Bienaventurados sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. También esto de sentirnos menos puede ser el resultado de ver como los impíos prosperan, de igual forma ¿qué nos dice la Escritura?, “No te irrites a causa de los malhechores; no tengas envidia de los que practican la iniquidad porque como la hierba pronto se secarán, y se marchitarán como la hierba verde”.

El llamamiento al que hemos respondido no es cosa menor tiene como meta llegar a ser reyes y sacerdotes con Cristo en el reino venidero y alcanzar la vida eterna como hijos de Dios, pero eso no es ni para vanagloriarnos ante los demás ni para desanimarnos por lo que ahorita tengamos que padecer, al contrario, en ambas situaciones buscar responder conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús, después de todo en el camino a la excelencia dos cosas debes cuidar: creerte más que los demás y que los demás hagan creerte menos.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor


Referencias:
Romanos 8:29; 1 Corintios 15:49; Efesios 2:8-11; Romanos 3:24; Marcos 16:15-18; Mateo 28:19; Romanos 10:14-15; Hechos 8:31; Mateo 5:11-12; 1 Pedro 4:14; Salmos 37:1-2; Proverbios 23:17-18; Revelación 1:6; 5:10

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