martes, 17 de diciembre de 2019

Llegar a tus metas te hace exitoso, pero además ayudar que otros lleguen a las suyas te hace trascendente



En la vida cristiana, aunque la salvación es personal, esto no implica un egoísmo centrado en el propio andar, en la propia justificación y santificación, sino que aunada a esa salvación personal está la responsabilidad que como parte del Cuerpo de Cristo se comparte.

Pablo, en su primer carta a los de Tesalónica, los insta a animarse unos a otros, a edificarse unos a otros, y sobre esto mismo escribiendo a los Hebreos hace un mayor énfasis al señalar “Antes exhortaos los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado”.

A diferencia de lo anterior, el espíritu del engaño puede hacer pensar al creyente que no tiene responsabilidad para con su hermano, algo así como cuando Caín le respondía a Dios que él no era guardián de su hermano, pero de igual forma ese espíritu puede llevar a una actitud puntillosa respecto del hermano que coloque a quien piensa así en juez, corrector y guía del otro, ¿entonces?

La Escritura señala en boca de Dios, que “cuando oigas la palabra de mi boca, adviérteles de mi parte. Cuando yo diga al impío: ``Ciertamente morirás, si no le adviertes, si no hablas para advertir al impío de su mal camino a fin de que viva, ese impío morirá por su iniquidad, pero yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú has advertido al impío, y éste no se aparta de su impiedad ni de su camino impío, morirá él por su iniquidad, pero tú habrás librado tu vida. Y cuando un justo se desvíe de su justicia y cometa iniquidad, yo pondré un obstáculo delante de él, y morirá; porque tú no le advertiste, él morirá por su pecado, y las obras de justicia que había hecho no serán recordadas, pero yo demandaré su sangre de tu mano. Sin embargo, si tú has advertido al justo para que el justo no peque, y él no peca, ciertamente vivirá porque aceptó la advertencia, y tú habrás librado tu vida”.

Las palabras de aliento, de exhorto, deben formar parte de las conversaciones entre los hijos de Dios, de igual forma la instrucción y corrección fraterna, pero el límite está dado por el libre albedrío del otro: si escucha se habrá salvado, si no, se habrá perdido, pero en ambos casos quien con un sentido fraternal le tendió la mano habrá hecho lo que le corresponde.

El trabajo del cristiano mientras avanza en el Camino, consiste en no conformarse a este siglo sino más bien a transformarse por la renovación del alma  para así experimentar cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, con todo y todo tiene una responsabilidad para con el hermano de ayudarle, en la medida de lo posible, a alcanzar también las promesas dadas por el Padre, después de todo llegar a tus metas te hace exitoso, pero además ayudar que otros lleguen a las suyas te hace trascendente.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
1 Tesalonicenses 5:11; Efesios 4:29; Hebreos 3:13; 10:24; Génesis 4:9; Ezequiel 3:16-21; Jeremías 1:17; Romanos 12:2; Efesios 4:23; Colosenses 3:10

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