miércoles, 23 de octubre de 2019

Curiosamente los más grandes sueños no surgen cuando estamos dormidos



Tanto en la vida secular como en la vida espiritual, una cosa es dormir y otra soñar, la primera se refiere a ese letargo que nos embarga y que conlleva al cese de las actividades para entregarse al descanso, la segunda se refiere lo mismo a la actividad onírica propia del dormir que a las ideaciones que en nuestra mente se forjan y que nos impelen a alcanzar nuestros sueños. Para el cristiano la primera opción es la riesgosa, el dormir sobre todo espiritualmente hablando.

Sobre esto Pablo escribiendo a los de Roma los exhorta a que “[…] conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.  La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.  Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia,  sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”.

El énfasis de Pablo en la cita anterior permite identificar ese soñar como aquel aletargamiento espiritual comentado al inicio que conlleva al creyente a descuidar la salvación a la que ha sido llamado. De hecho la cita equipara ese soñar, estar dormido espiritualmente hablando, con las obras de tinieblas y todavía, para mayor aclaración, a manera enunciativa más no limitativa, menciona alguna de esas obras: glotonerías, borracheras, lujurias, lascivias, contiendas y envidia, en otras palabras los deseos de la carne.

Sobre esto mismo Pedro en su primer carta exhorta diciendo “Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías”. Aquí tenemos más obras de aquellos que espiritualmente están dormidos, por eso Pablo escribiendo a los de Éfeso les dice “Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”.

Es interesante, sobre esta última cita, que Pablo hace referencia al profeta Isaías quien escribió “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”, más sin embargo modifica la cita para que refleje el mensaje que el Espíritu busca transmitir aclarando que esa luz a la que se refería Isaías es el Cristo y que el venir a ella nos traslada del reino de la muerte al reino de la vida.

Está bien soñar, espiritualmente hablando, esto referido a las ideaciones que las promesas divinas levantan en nuestro interior y que nos mueven a avanzar en el Camino, lo que no está bien es dormirse desaprovechando la oportunidad que en este siglo se nos da de alcanzar dichas promesas, es por ello que Cristo a sus seguidores les dijo “velad, porque no sabéis cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer no sea que venga de repente y os halle dormidos”, esto ya que curiosamente los más grandes sueños no surgen cuando estamos dormidos.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
Romanos 13:11-14; 1 Pedro 4:3; Efesios 4:17; Marcos 13:35-36; Mateo 24:42-43; Lucas 12:39-40; Revelación 3:2; Efesios 5:13-17; Juan 3:20; Proverbios 2:13; Efesios 5:11;  Isaías 60:1

No hay comentarios:

Publicar un comentario