Tanto en la vida secular como en la vida espiritual,
una cosa es dormir y otra soñar, la primera se refiere a ese letargo que nos
embarga y que conlleva al cese de las actividades para entregarse al descanso,
la segunda se refiere lo mismo a la actividad onírica propia del dormir que a
las ideaciones que en nuestra mente se forjan y que nos impelen a alcanzar
nuestros sueños. Para el cristiano la primera opción es la riesgosa, el dormir
sobre todo espiritualmente hablando.
Sobre esto Pablo escribiendo a los de Roma los
exhorta a que “[…] conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del
sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando
creímos. La noche está avanzada, y se
acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las
armas de la luz. Andemos como de día,
honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no
en contiendas y envidia, sino vestíos
del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”.
El énfasis de Pablo en la cita anterior permite
identificar ese soñar como aquel aletargamiento espiritual comentado al inicio
que conlleva al creyente a descuidar la salvación a la que ha sido llamado. De
hecho la cita equipara ese soñar, estar dormido espiritualmente hablando, con
las obras de tinieblas y todavía, para mayor aclaración, a manera enunciativa
más no limitativa, menciona alguna de esas obras: glotonerías, borracheras, lujurias,
lascivias, contiendas y envidia, en otras palabras los deseos de la carne.
Sobre esto mismo Pedro en su primer carta exhorta diciendo
“Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles,
andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y
abominables idolatrías”. Aquí tenemos más obras de aquellos que espiritualmente
están dormidos, por eso Pablo escribiendo a los de Éfeso les dice “Mas todas
las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas;
porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que
duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con
diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el
tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino
entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”.
Es interesante, sobre esta última cita, que Pablo
hace referencia al profeta Isaías quien escribió “Levántate, resplandece;
porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”, más sin
embargo modifica la cita para que refleje el mensaje que el Espíritu busca
transmitir aclarando que esa luz a la que se refería Isaías es el Cristo y que
el venir a ella nos traslada del reino de la muerte al reino de la vida.
Está bien soñar, espiritualmente hablando, esto
referido a las ideaciones que las promesas divinas levantan en nuestro interior
y que nos mueven a avanzar en el Camino, lo que no está bien es dormirse
desaprovechando la oportunidad que en este siglo se nos da de alcanzar dichas
promesas, es por ello que Cristo a sus seguidores les dijo “velad, porque no
sabéis cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o
al canto del gallo, o al amanecer no sea que venga de repente y os halle
dormidos”, esto ya que curiosamente los
más grandes sueños no surgen cuando estamos dormidos.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Romanos 13:11-14; 1 Pedro 4:3; Efesios 4:17; Marcos
13:35-36; Mateo 24:42-43; Lucas 12:39-40; Revelación 3:2; Efesios 5:13-17; Juan
3:20; Proverbios 2:13; Efesios 5:11; Isaías
60:1
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